Conciertos del ciclo De la raíz en la Bodega Los Apóstoles, de González Byass, en homenaje a los cantes y cantaores de Jerez de la Frontera (Càdiz). Allí se vieron y escucharon voces como la de Lela Soto Heredia Sordera en Mi herencia cantaora. A Perico el Pañero y José de la Tomasa y, por último, Jerezaneando, de la cantaora Felipa del Moreno.
Mi Herencia Cantaora ya la vimos y reseñamos en la Suma Flamenca 2018, en los jardines de la Residencia de Estudiantes. Si añadimos algo aquí, es porque hubo relevantes novedades, no tantas en los cantes, pero sí por el encanto del jerezanísimo lugar y, sobre todo, por la compañía.
En Madrid, Lela solo tuvo el acompañamiento de guitarra de Fernando de la Morena junior y a las palmas Juan Diego Valencia y Manuel Cantarote, quienes también estuvieron en Jerez.
Pero en Jerez estuvo acompañada por toda la Casa Sordera en pleno. Su padre, Vicente Soto Barea Sordera, actual patriarca de una saga cantaora que se remonta al siglo XIX. Y sus tíos, Enrique Soto Sordera y José Soto Sorderita. Verlos allí, a los cuatro juntos, al padre y los tíos haciendo piña alrededor de su niña Lela, en una ronda de tonás viajeras, desde Jerez a Triana, cada uno con su personalidad. Y Lela, cantaora joven por sus pocos años, con un don de voz y un duende que de casta le viene, y un oficio y veteranía que ella se ha forjado, porque maestros ha tenido sí, desde la cuna, pero sin un duro trabajo personal no estaría donde está.
Sumaron y no poco a este concierto jerezano cuatro guitarristas: Rycardo Moreno que la acompañó en una monumental granaína. Antonio Malena junior en las cantiñas, el cante y toque festero y cómplice para divertirse y divertir. A acompañarla por bamberas (de las que volvió a decir que no entiende porqué se cantan tan poco) estuvo la guitarra de Fernando de la Morena junior, su único instrumentista en Madrid. Para la seguiriya de su ancestro Paco la Luz, inventor dicen de la seguiriya, quiso tener al lado la guitarra de Nono Jero con su pedigrí adquirido y su personalidad hecha a golpes de vida. Y para momentos puntuales, otro instrumento, el chelo de María de Goñi. Y a la percusión Carlos Merino.
Y por si alguien faltaba de la familia, en las bulerías de fin de fiesta, apareció su madre, la bailaora Luisa Heredia, hermana de aquel Ray Heredia cofundador de Ketama, que se fue demasiado pronto.
Tenemos saga Sordera para rato.
Perico el Pañero con su guitarrista Antonio Carrión
Nacido en Algeciras, viene de una familia de aficionados al cante, sin llegar a ser profesionales. Lo de Pañero le viene del abuelo paterno, José Lérida Cruz que vendía paños, cantaba y bailaba y se codeaba con los Sordera, Antonio Mairena, Juan Talega, Tomás Pavón, Juanito Mojama. Su abuela María Cortés Cortés que cantaba seguiriyas como nadie; y su bisabuela también era cantaora aficionada.
De tales mimbres viene Perico el Pañero, que quizá trae por herencia su voz de metales claros, gitanísima, con registros excepcionales, unida a un profundo conocimiento de todos los cantes. Una voz de hoy que canta como ayer, pura raíz, que transmite sin proponérselo los sentimientos inmersos en cada palo. Magistral, pura historia en la seguiriya. Lo da todo con su cante, se recibe todo.
En la noche festivalera jerezana se arrancó por una soleá con la que recordó y dedicó a su maestro Antonio Mairena, una soleá que rezumaba jondura. La sala en silencio lleno de devoción a ese cante tan sabio, tan lleno de bellezas, pura historia del cante jondo. Silencio roto por aplauso unánime, también lleno de devoción.
Este es el flamenco que perdurará siempre, sin adornos, sincero, entregado. Siguió por donde hay que seguir a una soleá, por seguiriyas, el cante donde él se encuentra con su esencia más pura. Perico el Pañero y la seguiriya son una misma identidad. Al cante hay que añadir la elegancia de su porte en escena, su saber ser y estar,
Puro arte por fandangos y más tarde por bulerías para poner fin a un concierto corto en tiempo, rico en intensidad.
José de la Tomasa y la guitarra de José Gálvez
Merecían un concierto cada uno de cante y toque pero no es fácil encajar todo en los festivales. Un concierto de poco más de una hora para dos grandes cantaores dejan con hambre. Pero se disfruta a tope con esas puras esencias presentadas en tarro pequeño.
No se puede decir de José de la Tomasa nada que no esté dicho ya. Que es uno de los más grandes cantaores actuales, que desciende de una herencia cantaora que pasa por su tío abuelo Manuel Torre, su abuelo Pepe Torre, hijo de Tomasa Torre y de Manuel Giorgio Gutiérrez Pies de Plomo. Pero un cantaor si no se hace a sí mismo, no es un cantaor. Y él lo es de estética clásica, investigador de registros vocales que le acercan a su herencia materna y matices que hacen recordar a su padre Pies de Plomo. Y su voz rotunda en los agudos y aterciopelada cuando quiere acariciar con su cante.
En su concierto en la Bodega Los Apóstoles del domingo 24 de febrero, quiso, como su colega El Pañero, empezar por soleá en homenaje a su Sevilla natal, recordando a cantaores que hicieron historia con ella. También siguió por seguiriyas, el palo histórico jerezano y sumió a un auditorio de entendidos, que sabían adonde venían y a quien querían escuchar en profundidades que invocaron a los que no hace falta nombrar. en cada tercio.
Una ronda de tonás para mantener el clasicismo de su actuación, él solo, sin guitarra, que resultaron estremecedoras. Y sí, para terminar, fandangos a petición del público que le hicieron las palmas, ausentes en un concierto de solo cante y toque.
Felipa del Moreno Jerezaneando
A las doce de la noche, la hora de los duendes, la jerezana barriosantiaguera Felipa del Moreno se plantó en la Bodega Los Apóstoles para jerezanear en buena compañía. La de Manuel Valencia a la guitarra, la de Andrés Peña al baile, la exclusiva intervención al piano de Rosario Montoya La Reina Gitana; de Luis de Perikín a la percusión y a las palmas Juan Diego Valencia y Manuel Cantarote. ¡Casi toda la historia gitana de Jerez reunida en un concierto!
Ella que nació nada menos que en la Calle Nueva, al laíto de la iglesia de Santiago y del monumento a Fernando Terremoto, uno de sus numerosos parientes gitanos cantaores; también de los Pantoja, de los Moneo, de los Lara, por supuesto de los Moreno… Y ella por sí misma.
Jerezanear es cantar y tocar por la escuela de Jerez y ahí todos estuvieron de acuerdo en crear ambiente desde el primer acorde hasta el último. Ambiente homenajeando a gloriosos ancestros, de ayer, de hoy y de siempre. En ello la guitarra de Manuel Valencia tuvo mucho que ver, siempre cómplice, siempre virtuoseando. Ella es dulce, tiene una voz cristalina, cálida, con tintes flamenquísimos. Ella quiso hacer historia del cante jerezano esa noche en Los Apóstoles y vaya si lo consiguió, con entrega, vaciándose en cada palo.
Bulerías al golpe, es decir, para escuchar para iniciar concierto. Estamos en Jerez y aquí se empieza y se acaba por bulerías. Y se pone mesa para marcar compás con los nudillos Y se baila cuando hay que bailar. Y se recuerda, que Jerez es muy agradecido, a La Paquera, a Terremoto, al Torta, al Serna, al tío Bolola y al tío Chalao, ¡no se puede pedir más!
Por alegrías, que se vea y escuche que también somos de Cái, somos de la mar. Y luego por la otra mar los verdiales y por seguir festera nada menos que fandangos que remontaron al Niño Gloria y a Agujetas. Esto es sabiduría en el conocimiento y en la interpretación.
Bulerías por solo de guitarra de Manuel Valencia, que para jerezanear a lo grande se pinta solo. Y luego, cuando Felipa se vistió de fiesta para estar a la par con la Reina Gitana, el número en clave de mujer luchadora y valiente que sabe decir ¡aquí estoy yo pese a quien pese! Felipa del Moreno y la Reina Gitana, garganta y manos prodigiosas, bordando por granaínas. Como nada podía faltar esa noche, hubo estreno, una composición de José Gallardo, justo para ellas, Dime que me quieres. Sin palabras, solo aplausos a compás.
El bailaor Andrés Peña se apuntó a la soleá que Felipa cantó como ella sabe y se marcó sus pasos de baile de la mano de Andrés, él marcando el paso pausado, natural, al compás de palmeros y guitarra. El cante dominándolo todo.
Luis de Perikín, percusionista de excepción y director musical de este evento. Cantaor, guitarrista y compositor por herencia y formación, de saga histórica del barrio de Santiago, autor de Jerezaneando para despedir una noche que no es fácil que se repita.