Pasa el tiempo y nuestros mayores comienzan a tener conductas que desconocemos y realmente no las podemos enmarcar en ningún lugar. Quizá con el aumento de la esperanza de vida, no tengamos previsto que van a existir a lo largo de muchos años, personas mayores que comienzan una predemencia casi cinco o diez años antes de lo que pensábamos.
Conductas que no obedecen a lo que hacían antes nos hacen despistarnos e incluso enfadarnos porque no responden a la persona que conocíamos antes. Ante la sospecha de un cuadro que sea compatible con un deterioro cognitivo es conveniente que se estudie al paciente para prever situaciones complejas que derivarán necesariamente en otros episodios difíciles de manejar.
Los estadios de predemencia no diagnosticados son alarmantes en la sociedad actual porque se traducen en un envejecimiento progresivo y no es así. Estos apuntan evidencias en torno a cambios cognitivos, conductuales y biológicos que ocurren durante la fase presintomática de la demencia. Existen evidencias que apuntan a que hay un depósito gradual de la carga patológica que supone que las placas de amiloide y los ovillos neurofibrilares son los responsables de esa disfunción cognitiva.
Pequeños cambios en la vida diaria sumados a conductas de ira, soberbia, y eventos que marcan un claro cambio cognitivo en la persona asociada necesariamente a la edad, hacen que muchas veces, o la mayoría, se confunda el envejecimiento normal con la demencia o predemencia durante meses o años antes. La prevalencia claramente hace indicar que en personas por encima de los 70 años y máxime cuando han pasado esta década, el deterioro cognitivo se acelera de forma galopante en días.
Es posible que las funciones de la memoria permanezcan relativamente estables con lo cual despista a los familliares y amigos dado que la memoria semántica, desde el punto de vista de esa persona en el mundo, con relación a sus recuerdos y por la verborrea que emplea sea correcta. De igual forma, pueden tener habilidades y ciertos hábitos que de la misma manera permanecen conservados en el tiempo como son el almacenamiento de la información para hacer cosas cotidianas como pueden ser conducir, escribir, etc, aunque requieren de mucha más información a la hora de practicar otras cuestiones nuevas que realmente les sugiere un estado ansioso que no controlan.
En cuanto a la memoria afectada por el envejecimiento, la tenencia y manipulación de información mientras procesan tareas puede ser eficaz si bien, la velocidad de trabajo, el aprendizaje verbal o viso-espacial les produce a estos ancianos mucha ansiedad; que no siempre está bien gestionada. En torno a la memoria episódica, los hechos y experiencias individuales de la vida comienzan a estar magnificados y se pierde la perspectiva real de las cosas; quizá, esta parte es la que más se acusa en pacientes no diagnosticados, junto con la memoria prospectiva que comprende la capacidad para recordad la ejecución de una acción en el futuro ya sea un hecho que no conforme mucha atención como puede ser tomar una medicación o decidir qué debe hacer a continuación y los episodios de irritabilidad antes desconocidos.
Las funciones ejecutivas que veremos en los ancianos que no están diagnosticados estarán alteradas por falta de flexibilidad cognitiva; es decir, tanto el desarrollo como la planificación de cuanto han de realizar, y veremos conductas alteradas, a veces, agresivas porque ellos notan que algo no va bien pero no saben definirlo.
La conversión del envejecimiento normal cuyo deterioro cognitivo es lógico a la demencia sugiere que estos pacientes hasta cinco o seis años antes presenten síntomas psicológicos y conductuales extraños que se conforman con cuadros de ansiedad leves e insomnio. La desorientación, la falta de habilidades sociales seguidas de otras molestias cognitivas que el paciente acusa pueden predecir en un momento dado el episodio que necesariamente le afectará en su calidad de vida.
Esto es progresivo pero contínuo, lo que supone un importante desgaste para el cuidador que nota que el humor, la agitación, las agresiones verbales y físicas forman parte del entorno normal en el hogar y hace que sea complicado de manejar si no interviene un médico a tiempo. Las deficiencias cognitivas persistirán y es posible que el cuadro psicótico aumente sumado a la irritabilidad manifiesta, la agresión versus la apatía y una ansiedad que raramente confiesa el paciente. Una evaluación neuropsicológica permitirá ver las características del deterioro cognitivo leve que podrían pasar desapercibidos y encubrirían esos síntomas que de facto el paciente tiene pero que no están valorados ni reconocidos, y de igual forma, permitirá un diagnóstico eficaz que le haga tener una mayor calidad de vida en los años venideros.