“El asesino de los caprichos” es, en palabras de su director, Gerardo Herrero (“La playa de los ahogados”, “Silencio en la nieve”), “una historia que mezcla el suspense con el mundo del arte, ya que se ven involucrados los dueños de los grabados del pintor Francisco de Goya con los asesinatos que se producen en el círculo de la alta burguesía, teniendo como telón de fondo los cuadros de “Los caprichos” de Goya”.
Un thriller policiaco con guión de Ángela Armero, rodado en Madrid, Pamplona y Bruselas, protagonizada por Maribel Verdú (“Ola de Crímenes”, «El doble más 15») y Aura Garrido (“El Aviso”, “El silencio de la ciudad blanca”), junto a Daniel Grao (“Animales sin collar”), Roberto Álamo (“La gran familia española”), Ginés García Millán (“Matadero”), Antonio Velázquez (“Perdiendo el Norte”) y Ruth Gabriel (“Perdóname Señor”),
Varios crímenes en un barrio de clase alta tienen algo en común: sus víctimas coleccionan grabados de Goya. Las inspectoras Carmen Cobos y Eva González iniciarán la investigación en un entorno elitista en el que el tráfico de obras de arte es habitual. Tendrán que descubrir a un asesino que reproduce con sus víctimas las escenas de los Caprichos de Goya.
Una vuelta de tuerca más al asunto del asesino en serie que busca una motivación para planear sus crímenes, en este caso de tipo artístico, y también una vez más esa clase de inspectora de policía desagradable, que está enfadada con el mundo y nos lo tiene que demostrar en cada plano.
Maribel Verdú borda el encargo sobreactuando desde el minuto uno de la película: es fumadora, o sea que encenderá un cigarrillo cada vez que asome por la pantalla; es un tanto alcohólica, así que llevará escondida en la ropa y el coche una petaca de la que beberá a morro continuamente; es borde, y lo demostrará en sus relaciones sexuales con compañeros y otros, y no digamos en el trato a sus subordinados. Es realmente insoportable.
Infinitamente mejor Aura Garrido, secundaria que merecía el papel estelar de este dejà vu.