Los artistas plásticos tardaron años en reconocer a la fotografía como una manifestación artística. En 1862 una veintena de pintores firmaron en París un manifiesto protestando contra la asimilación de la fotografía al arte. Consideraban que, en todo caso, el nuevo invento debía servir para divulgar las obras de los grandes artistas pero negaban a la fotografía propiedades artísticas.
Baudelaire había dicho en 1859 que el verdadero deber de la fotografía era ser una muy humilde sirvienta de las ciencias y de las artes. Hoy algunos pintores, como David Hockney, siguen manteniendo esta teoría,
El reconocimiento artístico para la fotografía llegaría de la mano de la corriente fotográfica conocida como pictorialismo. Este movimiento luchó para que se considerase a la fotografía como un arte a la altura de la pintura, el grabado o la escultura. Con el pictorialismo se trataba además de contrarrestar la opinión crítica que ponía su acento en la cualidad mecánica de la fotografía.
Ciertamente, en las raíces de la fotografía está la influencia de la pintura, cuyos códigos adoptaron los fotógrafos, desde los encuadres y la composición hasta los planos y el punto de vista.
Además, los primeros fotógrafos eran artistas, comenzando por Niépce, en sus orígenes un grabador, y desde el principio muchos, como André Giroux, Charles Negre, Édouard-Denis Baldus y Henri Le Secq, coloreaban sus fotografías para crear efectos artísticos. Otros, como William Powell Frith se servían de las fotografías de eventos para pintar sus cuadros, como las carreras de caballos del Derby Day encargadas al fotógrafo Robert Howlett.
Eugène Courbet y Delacroix también utilizaron las fotografías para pintar algunas de sus obras, sobre todo desnudos femeninos. Eugène Durieu tomó la fotografía de la modelo que sirvió a Delacroix para su famosa “Odalisca”, mientras el fotógrafo René Grenier retrató modelos de Toulouse-Lautrec, como Carmen Gaudin y Hélène Vary, para que el pintor las trasladase a sus cuadros (en esta exposición del Thyssen se muestran fotografías que el fotógrafo Anatole-Louis Godet hizo para el pintor Édouard Monet).
Desde la aparición de la fotografía, ésta y las artes plásticas mantuvieron una enriquecedora interacción, ejemplarizada en el impresionismo, la corriente pictórica que en aquellos años estaba en su apogeo. Un pintor ya encumbrado, Degas, sucumbió a los encantos de la nueva técnica y algunas de sus obras (Place de la Concorde) están claramente influidas por la fotografía.
Los fotógrafos creaban arte con sus fotografías y al mismo tiempo, sin proponérselo, influían en ese mismo arte al permitirle liberarse de la obsesión realista y arriesgarse a nuevas experiencias estéticas. Gracias a la aparición de la fotografía la pintura inició nuevos caminos de búsqueda con hallazgos revolucionarios, del cubismo a la abstracción, y liberó las manos del artista de las imposiciones que exigía el proceso de reproducción realista de imágenes. Más adelante la fotografía también intentaría crear universos paralelos a la pintura con expresiones cubistas y abstractas.
Impresionismo y fotografía: una exposición
Llega ahora al Museo Thyssen Bornemisza de Madrid una exposición que muestra el paralelismo entre la obra de los pintores impresionistas y la fotografía de los representantes del pictoralismo fotográfico en la segunda mitad del siglo XIX. A través de 66 óleos y 150 fotografías se muestran las interacciones entre las obras de pintores como Édouard Manet, Edgar Degas, Pisarro, Paul Cézanne, Claude Monet o Renoir, enfrentadas a fotografías de Gustave Le Gray, Le Secq, Olympe Aguado, Eugène Atget, Charles Marville, Nadar… que ilustran los logros de la pintura y la fotografía en unos años en los que ambas manifestaciones perseguían capturar el instante y representar el movimiento.
La exposición se divide en nueve espacios temáticos. Comienza con las pinturas y las fotografías de paisajes, sobre todo bosques, donde los cuadros de Courbet, Corot, Pisarro y Théodore Rousseau se confrontan con las fotos de Le Gray, Cuvelier y Henri Le Secq. El paisaje es también protagonista en el espacio que acoge pinturas y fotografías con figuras, y que sirve a los artistas como fondo, a veces decorativo, para retratos en exteriores.
El agua –sobre todo el mar- es otro de los temas más repetidos tanto en la pintura impresionista como en el pictorialismo. Fotografías de Gustave La Gray y cuadros de Boudin y Monet, de aguas tranquilas y de violentos oleajes, son algunas de las obras más atractivas de la muestra. También el campo y el aire libre fueron temas recurrentes para los impresionistas. Renoir, Monet y Sisley están representados aquí junto a las fotografías de Eugène Atget, Charles Marville y Demachy.
Otro de los temas tratados por ambas corrientes fue el de los monumentos. Los fotógrafos actuaban a veces contratados por el gobierno francés para inmortalizar los monumentos históricos del país que también los pintores impresionistas llevaron a sus cuadros. También la industrialización que coincidió con el fin de siglo está recogida por ambas corrientes en fotografías y cuadros de puentes, fábricas, ferrocarriles y automóviles y en las nuevas ciudades que Daguerre fotografiaba desde lugares altos, con perspectivas en picado, imitadas luego por los pintores.
A quienes perjudicó el nuevo medio fue a los pintores retratistas, sobre todo a los artesanos. Algunos tuvieron que cambiar de profesión o dedicarse a la fotografía cuando se desarrolló el nuevo invento. Hay en esta exposición una amplia representación de retratos pictóricos y fotográficos. Manet, Cézanne y Degas utilizaban fotografías de Nadar y Disdéri para hacer retratos.
El último espacio de la muestra está dedicado al cuerpo humano, fundamentalmente al desnudo femenino. Este género alcanzó un alto grado de perfección tanto en la pintura impresionista como en la fotografía. Hay aquí obras de Degas (“Después del baño”) en las que se advierte una clara influencia de los desnudos fotográficos de Gustave Le Gray y de Auguste Belloc, que, con imágenes estáticas, tratan ya de representar el movimiento. Las fotografías expuestas aquí de Eadweard Muybridge representan esta última tendencia cinética de la fotografía, con la que se cierra la exposición.
- TÍTULO. Los impresionistas y la fotografía
- LUGAR. Museo Thyssen Bornemisza. Madrid
- FECHAS. Hasta el 26 de enero de 2020