La Comisión Europea viene mejorando gradualmente desde hace más de cuarenta años la vida de los animales de granja, especialmente desde que se aprobó en 1998 la Directiva del Consejo 98/58 / EC sobre la protección de los animales criados en granjas para la producción de alimentos, lana, piel o pieles.
Estas reglas se basan en el Convenio Europeo para la Protección de los Animales en Crianza y reflejan las llamadas «Cinco Libertades» que se deben mantener en todo el proceso: libres de hambre y sed; de incomodidades; de dolor, heridas y enfermedades; libres para tener una conducta normal; y libres de miedo y angustia.
Cuando el Tratado de Lisboa entró en vigor en 2009, modificó el «Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea» (TFUE) e introdujo el reconocimiento de que los animales son seres sensibles y se debe prestar plena atención a los requisitos de bienestar, estableciendo para ello un cuerpo de más de dos mil inspectores veterinarios para que el alimento procedente de animales de la UE sea de calidad.
En este proceso se fueron creando empresas especializadas en dar soporte a los productores, como es https://gigolariccardi.com, fundada en 1986, cuando el cofundador Antonio Gigola, ya empresario en el sector avícola, decidió utilizar sus habilidades creativas para iniciar un nuevo negocio junto con su socio Giuseppe Riccardi.
Mejor vida para gallinas y cerdos
La legislación de la UE supervisa que se respete el comportamiento natural de millones de gallinas y cerdos, se persigue erradicar el maltrato animal y que vivan en buenas condiciones.
Prohíbe por ejemplo las jaulas individuales para gallinas ponedoras y obliga a que todas tengan por lo menos un nido, un espacio para posarse y acceso sin restricciones a un comedero. Todo ello para que puedan satisfacer sus necesidades naturales y que la calidad de vida y salud sea buena.
Una mejora similar han experimentado los cerdos. Hasta 2012, las cerdas preñadas podían estar encerradas en celdas individuales, pero desde 2013, la UE exige que estén en grupo, que tengan espacio para moverse libremente y un buen lecho para descansar y dar a luz.
Para mantener un ambiente adecuado en una explotación ganadera es necesario tener en cuenta la temperatura, la humedad del aire, la velocidad y la calidad de ese aire para compensar la emisión de varios gases perjudiciales tanto para los animales como para las instalaciones, que deberán contar con ventiladores que permitan sustituir los gases nocivos por aire limpio.
En una granja de cerdos, por ejemplo, la temperatura es importante porque una temperatura demasiado baja hará que los animales necesiten una mayor energía para mantener su temperatura corporal, aumentando así el consumo de alimento, mientras que una temperatura demasiado alta, hará que los animales intenten disminuir su temperatura corporal comiendo menos, lo que se traducirá en una menor producción de carne.
La ventilación para naves avícolas cuenta con algunas diferencias en la ventilación del aire, debido al tipo de instalaciones, al tamaño de las gallinas y a los gases que producen, y hay que saber diferenciar entre las condiciones de invierno y de verano, así como tener en cuenta que la ventilación natural es poco eficaz para instalaciones pequeñas, ya que la renovación de aire es pobre y no actuará de forma conveniente con cambios bruscos de temperatura, mientras que la ventilación mecánica o dinámica es mucho más efectiva porque permiten renovar una mayor cantidad de aire, siguiendo la norma de que el aire limpio debe introducirse por la parte alta y la extracción de aire se debe de hacer por la parte inferior de la instalación.
Los valores de estos parámetros dependerán de cada especie animal, de su tamaño y de si se encuentran en edad joven o en edad adulta.
Valor añadido del bienestar animal
El criterio europeo establece que, lo que es bueno para los animales, es también bueno para la calidad de vida y que el trabajo a favor del bienestar animal permite dar más valor añadido a los productos alimentarios de la UE.
Estas políticas sobre el bienestar animal están ampliamente respaldadas por los europeos, que ya en un Eurobarómetro de 2015 manifestaron por una amplia mayoría estar a favor de continuar este camino.