Los Awa son un pueblo indígena que vive en la frontera entre Ecuador y Colombia pero no se sienten parte de la sociedad moderna de ninguno de los dos países. Esto no les ha evitado sufrir las consecuencias del conflicto armado que azota a Colombia desde hace años, escribe Jozef Merkx* (Acnur), desde la Guaña, Ecuador
El ACNUR asiste a los Awa, un pueblo indígena que se asienta en la frontera entre Ecuador y Colombia, en la preparación de planes de contingencia en caso de que la violencia en Colombia ocasione desplazamientos forzados de población a través del río hacia Ecuador.
Previendo las situaciones de dificultad que enfrentan los Awa, un equipo de ACNUR caminó durante cinco horas desde la carretera más cercana para llegar al centro comunitario Awa y conversar sobre cómo prepararse para acoger a un nuevo flujo de integrantes de su comunidad que llegarán desde Colombia. Su historia está marcada por el desplazamiento, así como por la resistencia con la que mantienen su identidad.
La frontera no existe para los 4.000 Awa asentados en Ecuador y los cerca de 40.000 en Colombia. La “Gran Familia Awa” se considera un único territorio, al margen de las fronteras reconocidas internacionalmente. Desafortunadamente, viven en una de las zonas más afectadas por el conflicto.
Los choques violentos entra la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el ejército colombiano han causado desplazamientos forzados en múltiples ocasiones a través de la frontera con Ecuador. Aunque los números son reducidos, y pueden regresar posteriormente a Colombia, el impacto para las familias Awa es inmenso. Los Awa han sido también víctimas de coacción en el conflicto.
Pese a las esperanzas que han traído consigo las conversaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, se prevé que la violencia continúe y la reconciliación tarde varios años. El área que pueblan los Awa está afectada por el desarrollo de una variedad de actividades ilícitas, entre las que se encuentran el tráfico de armas, drogas, municiones o combustible.
Los desplazamientos forman parte de la historia Awa, que han migrado a través de los años desde Centroamérica, por el área occidental de Colombia hacia el sur, siempre ubicándose en zonas verdes entre los Andes y el Pacífico. Sin embargo, la presión actual de los “hispanos” sobre su territorio ha convertido la lucha por sus territorios en una cuestión de supervivencia.
Su forma tradicional de vida, cohabitando en armonía con la naturaleza, solo puede sobrevivir si reciben apoyo básico del exterior y respeto por su territorio. Incluso su lengua, el Awa-pit solo es hablada por parte de su comunidad, principalmente los mayores.
Junto con la Federación Ecuatoriana de Centros Awa, la Dirección de Refugiados del Ministerio de Relaciones Exteriores, autoridades locales y el Programa Mundial de Alimentos, ACNUR ha trabajado con los Awa en un plan de contingencia para posibles desplazamientos transfronterizos.
Aunque aceptar a miembros de la comunidad de Colombia es visto como natural, los recursos son escasos y se necesita de apoyo adicional.
El acceso a La Guaña requiere conducir tres horas desde la ciudad fronteriza de Tulcán, donde ACNUR tiene una oficina en el terreno, y después caminar arduamente durante 5 horas por caminos repletos de barro y rocas.
Las 80 familias que viven en La Guaña, con seis o siete miembros por familia, se mostraron agradecidos por la visita y conversaron sobre la situación actual. Mediante un plano de la infraestructura social y física, los miembros de la comunidad participaron fácilmente en los planes de contingencia.
“Nos preocupa la situación en Colombia, por la que nuestros hermanos continúan sufriendo del acoso de la guerrilla y la presencia militar en nuestro territorio. Ambos lados nos acusan de traición cuando ocurren choques armados” afirmó Víctor, líder de la comunidad.
Hay rumores de que las autoridades de ambos países planean destruir puentes que cruzan el río San Juan, para evitar el contrabando. Esto impediría las relaciones en la comunidad Awa a través de la frontera mientras que es improbable que sea eficaz contra el contrabando. Muchos Awa en Colombia dependen además de servicios básicos que se proveen en Ecuador.
Si continúan los desplazamientos, la logística será un desafío significativo. La llegada de nuevos miembros desde Colombia hará necesarios artículos de asistencia básicos, que se deberán transportar a caballo o incluso en helicóptero. Para afrontar la situación ACNUR ha posicionado 10 carpas de bajo peso en la localidad cercana de Chical, en oficinas de las autoridades locales.
“Las autoridades locales apoyan firmemente los planes de la comunidad Awa: pequeños planes de contingencia para 20 familias Awa de Colombia en la Guaña y 10 familias en la comunidad adyacente de Pailón” afirma Emilio, presidente del consejo local. “Y se debe percibir como un importante gesto de solidaridad”.
Para el ACNUR en Ecuador y Colombia esta área es de especial importancia ya que en ella se han producido desplazamientos en el pasado y es muy probable que estos se produzcan de nuevo. Las oficinas en el terreno se coordinan para monitorizar la volátil situación.
Los Awa no tienen interés en recibir estatus de refugiado y la documentación correspondiente, sino únicamente reconocimiento de su identidad distintiva. Reclaman respeto para su territorio, equipos que permitan la comunicación, apoyo para reforzar la comunidad, y alimentos y asistencia básica en tiempos difíciles. Un miembro de la comunidad sugiere que el ejército ecuatoriano ayude en proyectos de infraestructura local, lo cual mejoraría sus a menudo tensas relaciones con el pueblo Awa.
“Necesitamos que estén aquí, hay muchos actors involucrados en el conflict armado y la situación no está resuelta” explica Don Juan, miembro de la comunidad al equipo de ACNUR. “Nosotros como pueblo Awa dependemos de organizaciones neutrales que equilibren el pueblo con otros intereses”.
*Miriam Barrio tradujo del inglés este texto.