Luis Martín Sánchez Íñiguez, de 59 años, periodista mexicano corresponsal del diario La Jornada, en el Estado de Nayarit, ha sido encontrado muerto el sábado 8 de julio en Huachines, una población rural cercana a Tepic, capital de Nayarit.
El cadáver del corresponsal de La Jornada estaba maniatado y envuelto en bolsas de plástico. Tenía sobre sí un mensaje de sus asesinos.
Consta como el primer periodista en activo asesinado en México durante lo que va del año 2023.
Tres días antes, su esposa, Cecilia López Aguilar, había denunciado ante la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas la falta de noticias y la extraña ausencia del periodista, con el que habló por última vez el miércoles 5 de julio.
Aquel día viajaron juntos a Acaponeta, donde viven los padres de Cecilia. Después, el periodista regresó solo a Tepic porque tenía cosas que hacer al día siguiente. Hablaron con él hacia las 21 horas y le dijo a su esposa que se había ido la luz. Luego, silencio. No pudo volver a contactarlo.
El jueves, Cecilia, muy inquieta, pidió a uno de sus hijos que fuera a buscarlo. No lo encontraron en su casa. El viernes, según la esposa, personas desconocidas intentaron hablar con su hija que vive en San Luis Potosí. Apenas sugirieron que tenían algo importante que comunicarle sobre su padre, aunque no completaron el mensaje.
Cuando la esposa regresó al domicilio familiar, pudo ver que estaban allí los pantalones con los que lo había visto por última vez, así como casi todos sus documentos, excepto su credencial de periodista de La Jornada. También habían desaparecido su ordenador, su teléfono celular y un disco duro.
Es el tercer periodista de La Jornada asesinado en los últimos años, tras los asesinatos de Miroslava Breach Velducea (en marzo de 2017, en Chihuahua) y Javier Valdez Cárdenas (en Sinaloa, mayo del mismo año).
Esta misma semana, el periodista Carlos Jiménez, presentador y conductor del programa C4 en Alerta (Canal 6 de televisión), ha recibido un vídeo donde aparecen cinco encapuchados armados. En esa grabación, un individuo lee un mensaje con insultos y amenazas asegurando conocer todos los movimientos, vehículos, lugares y detalles habituales del comunicador y de su familia.
Jiménez dirige y presenta un programa de la llamada crónica roja (delincuencia, sucesos, accidentes y casos policiales).
El gobierno ha confirmado que Carlos Jiménez recibe ahora protección policial oficial, pero la impunidad predomina en este campo.
Dicho periodista ha reemitido el vídeo y un audio con las amenazas contra él y sus familiares.
«Mi labor como reportero es siempre mantenerles informados y lo seguiré haciendo. Seguiré exhibiendo los rostros y los nombres de los delincuentes. Seguiré exhibiendo a aquellos que le hacen un mal a la sociedad, que se sienten impunes y se creen intocables. Siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo: somos más los buenos y nos merecemos un país sin este tipo de lacras, sin este tipo de mugrosos malvivientes. Para eso estamos aquí y aquí vamos a seguir», ha respondido Carlos Jiménez ante sus espectadores.
Desde hace años, México está considerado uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo. Según el recuento confirmado de la Federación Internacional de Periodistas (FIP/IFJ), once periodistas fueron asesinados en México en 2022.
Tras Ucrania, es el segundo país del mundo donde más periodistas fueron asesinados el año pasado, por ejercer su oficio.
Diversas organizaciones internacionales de periodistas estiman que unos 160 reporteros y otros trabajadores de los medios han sido asesinados en México desde el año 2000.
La mayor parte de esos crímenes sigue impune. Y el predominio de esa impunidad alimenta la espiral de los asesinatos de los periodistas mexicanos.