Nepal es el último país en unirse a la ola mundial del matrimonio igualitario. El 28 de junio, su Tribunal Supremo dictaminó que el gobierno debe ofrecer inmediatamente el registro temporal de los matrimonios entre personas del mismo sexo, a la espera de un cambio en la ley. Al parecer, unas doscientas parejas solicitaron el registro en cuanto se dictó la sentencia judicial, informa Andrew Firmin[1] (IPS) desde Londres.
Nepal se convertirá así en el segundo país de Asia, después de Taiwán, en reconocer el derecho de todas las parejas a contraer matrimonio. No es de extrañar que, como en muchos países que han logrado la igualdad en el matrimonio, sea la sociedad civil la que está haciendo posible el cambio, al haber presentado la demanda judicial decisiva.
Avance de la sociedad civil
Cada año se dan nuevos e importantes pasos en dos frentes cruciales: la despenalización de las relaciones entre personas del mismo sexo en los muchos países en los que aún están criminalizadas y el reconocimiento de la igualdad matrimonial en los países que más han avanzado.
En junio se logró un hito en Estonia, que se convirtió en el primer Estado postsoviético en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ahora Nepal debería convertirse en el 36 país del mundo donde las personas LGBTIQ+ pueden contraer matrimonio, y el noveno en esta década.
En Nepal, estos esfuerzos se basaron en un avance legal anterior, cuando en 2007 el Tribunal Supremo dictaminó que el gobierno debía tomar medidas para garantizar la igualdad de derechos y poner fin a la discriminación de las personas LGBTIQ+.
Eso también fue el resultado de una petición legal presentada por varias organizaciones de derechos LGBTIQ+ tras la transición del país de una monarquía a una república democrática. Las personas LGBTIQ+ habían sido tan activas como cualquier otra en la reivindicación de la democracia, pero los derechos de las personas LGBTIQ+ no se reconocieron inmediatamente en el nuevo Nepal.
La sentencia de 2007 supuso un avance significativo: ese año se derogaron las leyes que prohibían las relaciones homosexuales. En 2015, la nueva Constitución de Nepal reconoció los derechos fundamentales de las personas LGBTIQ+ y prohibió la discriminación. El tribunal también reconoció el tercer género, una identidad arraigada en las culturas de Nepal y otros países del sur de Asia, y el derecho a registrarla en los documentos oficiales.
Las escuelas nepalíes ofrecen ahora una educación sexual integral a los estudiantes de trece a quince años, que incluye el debate sobre cuestiones LGBTIQ+. Esto fue el resultado de una campaña de la Sociedad Diamante Azul, una organización de la sociedad civil que ha liderado la lucha por los derechos LGBTIQ+ en Nepal desde 2001.
A medida que se reconocían más derechos, la continua discriminación en el derecho al matrimonio se hacía cada vez más patente. Poco después de la sentencia de 2007 se redactó un proyecto de ley para legalizarlo, en consonancia con la orden del tribunal de garantizar la igualdad de derechos. Correspondió a la sociedad civil exigir responsabilidades al gobierno.
Todavía hay retos por delante. De momento, el gobierno no ha respondido a la sentencia, lo que sugiere que no tiene prisa por legislar. Esto significa que los derechos de las personas siguen siendo vulnerables a la resistencia administrativa, lo que da lugar a una aplicación desigual.
El 13 de julio, por ejemplo, el Tribunal de Distrito de Katmandú rechazó la solicitud de una pareja de varones para registrar su matrimonio.
Reacción contra los derechos
Los litigios se han convertido en el principal medio por el que la sociedad civil consigue cambios en materia de derechos de las personas LGBTIQ+, como refleja la reciente serie de sentencias de despenalización dictadas en países del Caribe.
Esta estrategia puede provocar cambios jurídicos y políticos que vayan por delante de las actitudes sociales. Este ha sido el caso de Nepal, donde sigue habiendo estigma, prejuicios sociales y discriminación, y en la política nepalí, a menudo díscola, algunos políticos tratan de sacar provecho de ello.
En todo el mundo, los avances hacia el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+ son mucho mayores que los retrocesos. Pero a los avances les sigue inevitablemente una reacción contraria a los derechos, combinada con esfuerzos políticamente oportunistas para movilizar el sentimiento anti-LGBTIQ+.
Esta reacción se observa en Estados Unidos, de donde emana la mayor parte de la financiación que hace posible las campañas contra los derechos en todo el mundo, así como en países europeos como Hungría, España y Turquía.
Pero se siente con más fuerza en los países del Sur global, donde las fuerzas que se oponen a los derechos LGBTIQ+ difunden la desinformación de que son una especie de imposición occidental.
Ello es evidente en varios países de África, como Kenia, Nigeria y Uganda, y de Asia, como Indonesia, donde un nuevo código penal tipifica como delito la actividad sexual entre personas del mismo sexo, y Malasia, donde los políticos sacan provecho de denigrar a las personas LGBTIQ+.
Por eso son tan valiosos los avances positivos en África y Asia: ofrecen esperanza a las personas LGBTIQ+ asediadas, no sólo en el ámbito nacional, sino en todo el mundo.
Los avances en Nepal deberían animar especialmente a los activistas de la India, donde el Tribunal Supremo está estudiando actualmente un caso que exige el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, y de Japón, donde los intentos de obtener sentencias judiciales han sufrido reveses.
Las buenas noticias también deberían resonar en Tailandia, un país con una reputación relativamente progresista en materia de derechos LGBTIQ+, pero donde el matrimonio entre personas del mismo sexo aún no está permitido.
Cambio de actitudes
Los datos de los países que han adoptado la igualdad matrimonial demuestran que las actitudes públicas hacia el matrimonio entre personas del mismo sexo tienden a cambiar tras el cambio legal. En los países que lo introdujeron en los primeros años de este siglo, ahora cuenta con un apoyo mayoritario.
También es el caso de Taiwán, que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2019. Y allí, el cambio de actitudes sociales ha ido de la mano de nuevas reformas: en enero, el gobierno de Taipéi reconoció los matrimonios del mismo sexo de taiwaneses con parejas extranjeras. En mayo, las parejas del mismo sexo obtuvieron plenos derechos de adopción.
Cuando se trata de cambiar las actitudes sociales en Nepal, la lista anual de actos del Orgullo -el principal desfile del Orgullo nepalí que se celebra cada mes de junio, un desfile trans en diciembre y una manifestación de mujeres LGBTIQ+ -dentro de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer cada 8 de marzo- seguirá siendo un espacio vital para hacer más visibles a las personas LGBTIQ+ y reivindicar su derecho a existir en el espacio público.
La sociedad civil nepalí espera que, para la próxima manifestación del Orgullo, la ley haya cambiado. Pero harán algo más que esperar. Seguirán haciendo campaña hasta que se modifique la ley y, después, permanecerán alerta ante las reacciones y seguirán luchando contra la discriminación.
Andrew Firmin es redactor jefe de Civicus, codirector y redactor de Civicus Lens y coautor del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de la organización.