Luis González Carrillo
Decimosexto día del noveno mes. La máxima de la Federación de planetas es no intervenir en el desarrollo de cada civilización, no se establece contacto hasta que esas sociedades están científica y tecnológicamente avanzadas para explorar el universo profundo, entonces sí, nos ponemos en contacto y se les invita a unirse.
Del último planeta que estuvimos observando nos marchamos desolados, las ideas religiosas de unas pocas se imponían a toda la sociedad, especialmente a los desgraciados hombres de cualquier edad, incluidos los niños y ancianos. Eran unas verdaderas talibanas, tremendo. Y, sin poder intervenir.
Los niños y jóvenes no pueden ir al cole, al instituto o a la universidad, están reservados para ellas. No pueden trabajar ni viajar solos. No pueden ir a los parques, ni a los baños públicos, ni al gimnasio ni a la peluquería. No pueden vestir, los hombres, como quieran, no pueden salir de casa sin los ojos tapados con unas gafas oscuras y el pelo cubierto, no se pueden afeitar, ni echar cremas en la cara o el cuerpo; no pueden llevar deportivas y menos hacer deporte; si salen a la calle tienen que ir acompañados de una mujer; no pueden escuchar o tocar música, cantar, reír o bailar; no pueden montar en bicicleta o conducir un coche.
Ellas tienen todo el poder y lo ejercen con absoluta brutalidad contra ellos, les pueden pegar, violar, humillar, torturar o vender o incluso obligarles a casarse con quien ellas digan aun siendo unos niños.
Desgraciadamente esto no es un cuaderno, todo esto es real y está pasando en un país concreto de la Tierra, en Afganistán, y son las mujeres, sin haber exagerado ni una coma, las que están sufriendo esta situación. A veces resulta insoportable mantenerse al margen.