La periodista francesa Vanessa Dougnac, corresponsal del diario La Croix y del semanario Le Point, tiene de plazo hasta el día 2 de febrero para evitar su expulsión de la India. Tiene una pareja de nacionalidad india y vive en aquel país desde el año 2001. Es la primera vez que la llamada mayor democracia del mundo amenaza con expulsar al corresponsal de un medio francés.
Las autoridades amenazan con anular su tarjeta de residencia permanente (OCI, Overseas Citizen of India).
La OCI ofrece algunos derechos propios de la plena ciudadanía del país, pero no permite votar.
Tampoco –por ejemplo– acceder a determinadas zonas del territorio de la Unión India declaradas ‘restringidas’ (Protected and restricted areas).
Se trata de una calificación legal vinculada a la seguridad de estados y zonas diversas donde se arrastran históricamente conflictos sociales, tribales y disputas de territorios.
Dichas situaciones prevalecen –desde hace décadas– en Cachemira y en diversos estados indios situados al noreste, donde pululan grupos armados, fracturas tribales o de casta, así como distintas disputas fronterizas con China.
Esos conflictos permanentes son casi desconocidos en el resto del mundo.
Según el diario Le Monde, desde los primeros años del siglo actual, «Vanessa Dougnac realizó documentales y grandes reportajes sobre los rebeldes maoístas, [allí llamados] los naxalitas, considerados por el gobierno indio como ‘enemigos del Estado’. Ante esos reportajes no hubo nunca muestra de desagrado o descontento por parte de las autoridades».
Según la Oficina de Registro de Extranjeros de Nueva Delhi (FRRQO, según sus siglas oficiales en inglés), que depende del ministerio de Interior de la India, «las actividades periodísticas [de Vanessa Dougnac] son malintencionadas y [resultan] críticas por estar hechas de manera que fomentan una percepción sesgada de la India». Según la FRRQO, el trabajo de Dougnac puede «provocar desorden y perturbar la paz».
Dougnac hizo público un comunicado reafirmando su amor por la India, que considera su hogar, y reitera que no ha hecho nunca nada que perjudique los intereses del país en el que reside.
Paradójicamente, el plazo dado a Vanessa Dougnac antes de su posible expulsión por parte del gobierno del primer ministro Narendra Modi ha coincidido con la presencia del presidente francés, Emmanuel Macron, invitado muy especial en las ceremonias del 75 aniversario de la proclamación de la República India.
Durante esos días ambos países han subrayado su coincidencia en diversos asuntos estratégicos de política internacional, así como en la cooperación nuclear y militar.
La periodista fue ya sancionada en septiembre de 2022 con la retirada de su acreditación periodística, a pesar de las gestiones a su favor de la embajada de Francia y de los sindicatos de periodistas de la India. Entonces, Dougnac dejó de cubrir la actualidad de la India, pero como corresponsal en todo el subcontinente siguió firmando artículos referidos a otros países de su entorno: Pakistán, Sri Lanka, Bangladesh y Nepal.
El secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, Anthony Bellanger, pidió en una nota que, durante sus días en Nueva Delhi, el presidente Macron reclamara al primer ministro Modi la revisión del asunto Dougnac.
Desde que Modi se convirtiera en primer ministro de la India, en 2014, «la libertad de prensa se ha deteriorado en ese país, donde el gobierno empezó a acosar abiertamente a los periodistas demasiado críticos, arrestando a reporteros que cubrían protestas sociales y cerrando algunos medios independientes.
El pasado 15 de agosto la FIP, junto a su afiliado, la Unión (o sindicato) de Periodistas de la India (IJU, Indian Journalists Union), urgió la retirada de cierta legislación aprobada en el parlamento de Nueva Delhi por ser una amenaza a la libertad de prensa», según recuerda un comunicado de la FIP.
Anthony Bellanger, en nombre de la FIP, junto a Geetartha Pathak, exmiembro del Consejo Indio de Prensa, y a Sabina Inderjit, histórica dirigente de los periodistas indios y vicepresidenta de la FIP, apoyan el recurso de la periodista francesa contra la orden de expulsión y afirman que el ministerio indio de Interior no debe caer en «la caza de brujas y en restricciones de la libertad de prensa ante reportajes críticos».
Por su parte, la IJU considera que su gobierno tiene la obligación de no ceder ante quienes acusan a los periodistas extranjeros o nacionales de «incitar al desorden» o de «crear una percepción negativa» de la India. Este sindicato de periodistas indios estima contrario a la libertad de prensa el permiso que obliga a los corresponsales a pedir un permiso especial para hacer reportajes en las áreas legalmente denominadas restringidas o para informar desde la India sobre los países vecinos.
Un grupo de corresponsales extranjeros en la India ha reiterado que la expulsión de Vanessa Dougnac dañaría su situación familiar, también las tradiciones democráticas de la autoproclamada mayor democracia del mundo. En la actualidad, diversas organizaciones indias de defensa de los derechos humanos insisten en denunciar la creciente deriva autoritaria del gobierno Modi, impregnada por viejas corrientes del hinduismo más conservador.
*** El 17 de febrero de 2024, la periodista francesa Vanessa Dougnac se vio obligada a salir de la India, por la imposibilidad de seguir ejerciendo allí como periodista y corresponsal en aquel país, tras la anulación oficial de su permiso de residencia permanente.
A pesar de este lamentable deterioro, India es la única democracia , por supuesto manifiestamente mejorable, en miles de kilómetros a la redonda. Todo el mundo en India sabe que Narendra Modi es un corrupto, pero está ahí porque ha ganado unas elecciones democráticamente. Como en cualquier país democrático, el sistema es una cosa y quién gobierna puede corromperlo.