Aún no hemos vuelto a la nave después del último teletransportaje, estamos aprovechando para resolver los asuntos pendientes que cada cual tiene en esta Tierra nuestra, algunos son legales o burocráticos, otros relacionados con herencias y ventas de inmuebles, otros, como yo, por motivos sanitarios.
Todo está bien y en la nave tenemos, por supuesto, toda la atención médica que necesitamos siguiendo el modelo más o menos europeo de universalidad y gratuidad (en realidad, ya saben, no es gratuita, se paga de las retenciones que nos hacen de nuestros emolumentos), la igualdad en el trato y en los tratamientos está garantizada, aunque hubo un tiempo en que peligró cuando las grandes corporaciones quisieron hacer de la salud un negocio, afortunadamente las tripulaciones de la Federación supieron reaccionar y todo quedó en un intento.
He aprovechado para visitar a la psiquiatra que me estuvo tratando cuando me rompí mentalmente y el abismo se abrió ante mí. No vienen al caso las circunstancias que propiciaron esa rotura, sólo les diré que todo el dolor físico que he soportado lo volvería a pasar con tal de no tener una recaída mental.
Es verdad que tanto al dolor físico como mental se le puede combatir con fármacos, pero la rotura o enfermedad psíquica te deja sin la mejor arma que tenemos para enfrentarnos a cualquier adversidad, nuestra mente, sin ella somos juguetes rotos que no se pueden recomponer por sí mismos.
La visita a mi psiquiatra fue por puro agradecimiento, ella supo escuchar todo el ruido que había en mi cabeza, supo ver todos los nudos que tenía, todos los asuntos no resueltos, todos los miedos y todos los fantasmas. Supo cómo indicarme el camino, con la ayuda farmacológica puntual que fue necesaria, para ir recuperando el control de mí mismo. Ella, junto con otras profesionales, me rescató del túnel por el que estaba transitando, y merece mi reconocimiento.
No todas las enfermedades mentales son iguales pero todas necesitan la atención del sistema tanto como si fuera un transplante o la retirada de un tumor cerebral.
Todas las personas con enfermedad mental necesitan tanta atención por parte del personal sanitario y de sus familiares o amigos como si se tratase de un infarto.
Cuando la enfermedad mental aparece, el enfermo no debe sentirse solo ni abandonado y como sociedad debemos saber responder.