El apoyo a un discurso político en el que no se cree frente a una postura eventualmente común nunca acaba bien
Es innegable que la nueva presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, está haciendo sus tareas mediáticas en los primeros compases de su mandato. Este ejercicio nos permite, además, ver qué curiosos compañeros de camino le han salido y la manera de la que se aprovechan para asaetear al principal activo del PP: la oposición que hace el PSOE.
No es ni bueno ni malo el camino elegido por la presidenta Díaz. A ella le corresponde marcarlo y su responsabilidad es recorrerlo de manera que llegue a buen puerto con sus naves, el Gobierno de la Junta de Andalucía y el principal partido que lo sustenta. Luego tendrá que rendir cuentas y muchos estarán dispuestos a reclamárselas.
Algunos análisis más o menos cercanos a Díaz han destacado con beneplácito el modo con el que los medios habitualmente partidarios de la política del Ejecutivo de Mariano Rajoy y del PP han recibido algunas actuaciones singulares de la presidenta. Lo habrían hecho, creen, desde el reconocimiento a los planteamientos de Susana Díaz. Se equivocan. Totalmente.
Algunos ejemplos de apoyos mediáticosCon independencia de las bondades o no de lo planteado en temas como el nacionalismo o la corrupción y del recorrido que puedan tener estas y otras iniciativas, alguna alarma debería haber saltado en el entorno presidencial al ver cómo algunos han salido en tropel para enfatizar lo que le separa de la oficialidad federal de su partido, muy en línea con el relato oficial del PP.
Porque está demostrado que si desde algunas tribunas hablan bien de alguien, los barros terminan convirtiéndose en lodos. Siempre.
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