Ileana Alamilla[1]
Empezaron los actos de graduación, las ceremonias y las celebraciones. Además de la emoción que conlleva para una persona culminar un proceso de formación, de saber que ha construido un acervo de conocimientos y de preparación para el ejercicio de una profesión, llegan también los gastos para poder sufragar tan importante acontecimiento. Las familias no escatiman esfuerzos. Antes bastaba una corona de laurel, ahora se requiere de otros símbolos para elogiar la conquista. Son momentos en los que, oportunamente, aparece la publicidad, con lo mejor de su creatividad, ofertando exclusivos salones y agradables lugares para festejar, trajes, anillos, diseños de invitaciones, peinados, maquillajes, entre otros muchos.
Actualmente hasta de párvulos hay graduaciones, pero este escrito está dedicado a los graduandos universitarios, ese pequeño porcentaje que logra ir a las casas superiores de estudio, que cruzan el trayecto y llegan victoriosos, unos más que otros, a la meta.
El ansiado día de la graduación tiene sus solemnidades: presentación de los graduandos, tesis que elaboró o informe del ejercicio profesional supervisado, distinciones obtenidas, entrega de diplomas y, al final, firma de libro de egresados.
El nuevo profesional debe tener alguien que lo apadrine (amadrine) y lo acompaña en el acto. La Academia impone sus ritos, comenzando por la vestimenta, que tuvo sus orígenes en los hábitos clericales y que se adoptó en las universidades medievales por razones de clima, las aulas eran frías y con corrientes de aire. Según el diccionario, la definición de toga es: la vestidura exterior en forma de manto amplio y largo que llevaban los romanos sobre la túnica. Y una segunda acepción es el vestido talar con mangas y esclavina que, como insignia de su función, se ponen sobre el vestido los magistrados, abogados, catedráticos, hoy adoptada para investir al nuevo profesional.
En nuestro medio la toga es común a todas las universidades, usualmente no varía, la mayoría es negra, aunque hay casas superiores de estudios que adoptaron otros colores. El largo es debajo de las rodillas; antes era hasta los talones. Luego se coloca la esclavina o muceta, que va alrededor del cuello, abotonada por delante y finalmente se pone el cuello. Pero la pieza más importante y el momento más solemne es la imposición del bonete o birrete, un sombrero cuadrado negro con una borla, cuyo color es distintivo de la carrera coronada. Conocimientos, ciencia, sabiduría, ética, responsabilidad, dedicación, vocación de servicio, honor y honorabilidad, son algunos de los significados de esta investidura.
Los profesionales universitarios tenemos una enorme responsabilidad, las autoridades universitarias también.
Es válido preguntarse si las universidades son tan escrupulosas en la preparación a los alumnos como cuando realizan ese ritual; y si el Estado cumple con ofrecer a la niñez y la juventud las oportunidades para prepararse idóneamente para llegar a la Universidad.
Los grados académicos son muy meritorios, pero lo esencial es al servicio de quién se pondrá el conocimiento adquirido.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.