Las conviertan al Islam y las obligan a casarse con musulmanes, como segunda esposa
Cuando desaparece una niña cristiana en la ciudad portuaria egipcia de Alejandría, la familia de la víctima suele llamar a cierto jeque musulmán de la vecina localidad de El Ameriya, informa Cam McGrath desde El Cairo.
El líder local salafísta, cuya posición ultraconservadora aprueba el matrimonio de niñas de incluso nueve años, tiene antecedentes de secuestrar a menores de familias cristianas coptas, de obligarlas a convertirse al Islam y de casarlas con musulmanes, según denuncian activistas de derechos humanos.
Naturalmente, es por ahí que empieza cualquier investigación sobre la desaparición de niñas cristianas; y según aseguran activistas es dónde las encuentran.
«Cuando desaparece una niña en la zona, todos los caminos conducen a ese jeque», indicó Mamduh Najla, presidente de la Organización de Derechos Humanos Al Kalema.
El último caso sonado fue el de una niña de 13 años de un pueblo vecino de Alejandría que, al parecer, estuvo secuestrada durante más de una semana mientras sus captores trataban de hacerla renunciar a su religión.
Según su testimonio, la secuestraron en un taxi a la salida de la escuela y le suministraron algo para dejarla inconsciente. Se despertó en una casa recóndita con dos jeques salafistas y una mujer mayor.
Sus captores la obligaron a vestir un niqab, tradicional atuendo islámico que le cubre de pies a cabeza, y la golpearon cuando se negó a convertirse al Islam.
Según ella, la liberaron nueve días después, cuando los jeques se pusieron nerviosos porque la familia organizó grandes manifestaciones reclamando su regreso.
Los salafistas la entregaron a la policía, que temió que la declaración de la niña avivara tensiones sectarias y trató de convencerla para que dijera que se había ido por voluntad propia en busca de un jeque que la convirtiera al Islam.
«Lo único raro de este caso es que la niña fue devuelta», observó Najla. «En un caso que investigué, la menor secuestrada pudo llamar a sus padres, pero en todos los otros nunca se supo más nada» de la víctima, añadió.
Organizaciones cristianas denuncian que los secuestros y las conversiones forzadas de niñas coptas se producen desde hace décadas frente a las narices de las autoridades. Pero la frecuencia de estos casos aumentó en proporciones alarmantes desde 2011, cuando fue derrocado el presidente Hosni Mubarak (1981-2011), al que le sucedió Mohammad Morsi, de tendencia islamista.
Más de 500 niñas cristianas fueron raptadas en los últimos dos años, según la Asociación de Víctimas de Secuestros y Desapariciones Forzadas, que lleva un registro de los casos. Cada vez hay más e involucran a adolescentes de entre 13 y 17 años.
El director de la organización, Abram Luis, señaló que las adolescentes son trasladadas a casas «seguras», donde las manipulan o chantajean para que se conviertan al Islam y las obligan a casarse con hombres musulmanes, por lo general como segunda esposa.
«Si informamos a la policía donde tienen a la niña, ellos informan a los salafistas, quienes la trasladan a otra casa y le perdemos la pista», explicó Luis en una entrevista.
«Egipto tiene leyes que protegen a las menores de 18 años, pero los salafistas no las aceptan», explicó Amal Abdel Hadi, directora de la Fundación Nueva Mujer. «Para ellos, una niña es menor hasta que tenga su primer periodo», apuntó.
Sin embargo, los líderes salafistas niegan de forma categórica su participación en los secuestros de adolescentes cristianas o en conversiones forzadas. Ellos alegan que las niñas se convierten al Islam por voluntad propia, en algunos casos enamoradas de hombres musulmanes.
El investigador sobre temas de derechos religiosos Ishaak Ibrahim, de la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales, dijo que las relaciones interconfesionales y las conversiones son un asunto peligrosamente provocativo en este país. Rumores de ese tipo han derivado en enfrentamientos sectarios.
Muchos presuntos secuestros involucran a adolescentes cristianas que parecen haberse convertido al Islam para escapar de malas relaciones familiares o tras haber tenido relaciones sexuales prematrimoniales – lo que es severamente condenado en la conservadora cultura egipcia- con hombres musulmanes.
«Las jóvenes parecen haber cambiado de religión», dijo Ibrahim a IPS. «Pero por vergüenza y dado que la policía no investiga, la familia elige la solución más fácil, que es decir que fue secuestrada por extremistas musulmanes», explicó.
Los casos solo representan un problema cuando se trata de una menor de edad, precisó, pues la legislación egipcia penaliza el matrimonio de las menores de 18 años, aun si es por voluntad propia.
Pero Najla, quien representa a las familias de 20 niñas coptas desaparecidas, dijo que hay señales claras de que las adolescentes fueron presionadas para cambiar de religión y casarse.
En alusión a un conocido caso, Najla se preguntó si tenía sentido que una adolescente cristiana de 15 años decida de repente convertirse al Islam y ser la segunda esposa, sin ningún derecho legal, de un jeque salafista con 40 años más.
La joven nunca habló ni escribió a sus padres desde su desaparición, un comportamiento inusual en un país donde los lazos familiares son fuertes.
«En Egipto es delito casarse con una menor, y no se puede cambiar de religión legalmente hasta los 18 años, pero las autoridades se niegan a investigar estos casos y a detener a los responsables», alegó Najla.
Ibrahim defendió el derecho de las personas a cambiar de religión en cualquier momento, pero dijo que las autoridades también tienen la responsabilidad de garantizar que las mujeres, en especial las menores de edad, estén protegidas de la coerción y de la explotación.
«La familia debería poder reunirse con su hija para que ella les explique lo que quiere en presencia de un fiscal», apuntó.
Las religiones institucionalizadas o no, por siglos y siglos han desarrollado sus propios ángulos de fanatismo, que se parece al dicho de «a Dios rogando y con el mazo dando». En conversión obligatoria, en Chile ocurrieron diversos casos en el siglo XIX especialmente. Autoridades eclesiásticas católicas retenían contra su voluntad, en conventos, a mujeres católicas que iban a contraer matrimonio con un marido Anglicano o de cualquier religión cristiana protestante, o igual si eran ateos. Tanto llegó «el agua al cántaro», que los liberales impulsaron las leyes laicas: matrimonio civil, registro civil obligatorio, cementerios laicistas generales. Porque hasta antes de esa legislatura, había que convertirse sí o sí al borde de la muerte para poder ser dignamente sepultado en los únicos lugares que se permitía, iglesias y parroquias, bajo control y tutela respectiva.
Antes de esas leyes laicas, los únicos que podían realizar matrimonios eran los sacerdotes católicos, autorizados por el estado; y debían hacerlo con todos los solicitantes. Uno de ellos le negó este servicio a un diputado de la República, don Juan Agustín Palazuelos, radical. Entonces la pareja con un grupo de amigos de testigos, se fue a una notaria donde se declararon casados. Fue «la gota que rebasó el vaso».
Solo la ONU puede acabar con esos secuestros y toda esa clase de injusticias si hace desaparecer el concepto RELIGIÓN que ya está hartando, muchos abusos aparte que no dejan que se establezca la Paz y la Seguridad que tanto anhelamos.