Los “hombres Marlboro” pagan la publicidad con su vida
Se celebra hoy en todo el mundo el Día Mundial contra el Cáncer, esa enfermedad que se lleva por delante la vida de millones de seres humanos. Y entre las causas que lo provocan, tal vez la más incisiva, es la del tabaquismo, el consumo de esa droga que mata a más personas que todas las demás drogas juntas, pero que debido a la gran publicidad y los millones invertidos en disimularla se permite el lujo de no ser considerada como tal, y además pareciera estar bien visto consumirla.
Es cierto que el cáncer está asociado en una medida importante al envejecimiento, y que los diagnósticos a partir de los 65 años van en aumento. Pero junto a ello, el avance en los tratamientos, unido a una utilización adecuada de las terapias, están consiguiendo en nuestro país que los fallecimientos se hayan reducido entre los años 2008 y 2013 en un 1,3%.
Son años éstos en los que entró en vigor el endurecimiento de las Leyes contra el tabaquismo en España, por lo que ahora comenzamos a cosechar los primeros frutos. Unas Leyes contra las que se despotricaron en su momento, diciendo que se coartaba la libertad de las personas y que se iban a perder más de cien mil puestos de trabajo en la hostelería, cuando no ha sido así. Pero también unas Leyes que estuvieron a punto de saltar por los aires con la Eurovegas de míster Adelson, que pretendía cambiarlas para amoldarlas a su cartera de beneficios.
Beneficios millonarios son los que siguen ganando las multinacionales del gremio del tabaco, mientras los héroes de la pantalla, de la publicidad, pagan con su vida el hecho de vivir por y para dar la imagen de la marca que les paga. El último ha sido Eric Lawson, fallecido el 10 de enero de este año, actor norteamericano que en los años setenta del pasado siglo se convirtió en la imagen de la marca Marlboro, con aquel famoso eslogan de “Ven donde está el saber… de Marlboro”. Se lo ha llevado por delante la llamada enfermedad pulmonar obstructivo crónica (EPOC), que impide respirar al paciente. Tenía 72 años y había empezado a fumar a los 14.
Pero Lawson no ha sido el único hombre Marlboro muerto por lo que podríamos llamar accidente de trabajo, es decir, consumo de tabaco. Antes que él le marcaron el camino otros héroes de la publicidad como Wayne McLaren, David Millar o David McLean, quienes corrieron idéntica suerte.
Wayne McLaren llevaba 30 años fumando, y murió con 51 años como un fumador habitual más. En sus últimos días, con un pulmón extirpado, puso su imagen a un anuncio en el que ironizaba sobre la vida independiente que promocionaba la marca de cigarrillos que le había pagado: “Aquí tendido, enchufado a todos estos tubos, ¿hasta qué punto eres de verdad independiente?, decía en off mientras su vida se apagaba para siempre.
Por mi parte, y dedicado durante muchos años al estudio del tabaquismo y sus consecuencias como periodista a investigador, puedo decir, emulando el título de una novela de Sven Hassel, “Los vi morir”. Porque he visto morir a mucha gente por el consumo de tabaco, de las que me quedan en el recuerdo tres personas muy queridas: a un hermano, a un primo y a un antiguo compañero de colegio, de orfanato, por lo que venía a ser otro hermano. Vi cómo se consumían sus días poco a poco, pagando un precio, porque la señora de la guadaña no perdona. Por eso pensé al escribir mi libro sobre el tema: “Todo sobre el tabaco. De Cristóbal Colón a Terenci Moix”, que si conseguía que una sola persona dejara de fumar leyéndolo, me daría por satisfecho. Tal vez lo haya conseguido, pero al menos lo he intentado.