“¡Quietos pa’la foto!” Ninguna otra frase de los orígenes de la fotografía hace 175 años ha sobrevivido hasta nuestros días con la fuerza de la orden de “¡quietos!” Con las cámaras actuales, si algo procede recomendar es justo lo contrario, que las personas a fotografiar hablen, se muevan, actúen. Una buena foto tiene que tener vida. Pero el resorte de inmovilizarse ante la cámara, a veces hasta el envaramiento, perdura. Esta antigua condición sine qua non para salir bien en la foto, hoy totalmente innecesaria, se refuerza con la archifamosa frase que sentencia el resultado de la desobediencia a la orden de “¡quietos!”: “El que se mueva no sale en la foto.”
La inmovilidad ante la máquina se debe a los largos tiempos de exposición necesarios para que la imagen llegara a registrarse en la placa. De varios minutos de tiempo de exposición al principio de la implantación del nuevo medio (1839), todavía bien entrado el siglo XX era necesario posar durante varios segundos sin moverse ni pestañear para que la foto no mostrase una imagen borrosa por el movimiento corporal y, sobre todo, facial.
Ello dio lugar al hecho de que nuestros antepasados aparezcan tan inmóviles y acartonados en las fotos. Todavía hay quien piensa que nuestros tatarabuelos eran unas personas serias, inexpresivas, cuando de aburridas no tenían nada… salvo cuando acudían al fotógrafo a hacerse una foto.
El remedio a los retratos borrosos por el movimiento de la cabeza fue tan ingenioso como lógico y contundente: reposacabezas dispuestos detrás de la silla en la que el modelo permanecía sentado durante los interminables minutos o segundos en que el obturador de la cámara permanecía abierto para que la luz de la escena llegase a registrar la imagen en la placa fotosensible.
La primera foto que ilustra el “¡quietos!” fue, como la mayoría de las inventos, fruto del azar. Luis-Jacques Mandé Daguerre, el padre del daguerrotipo e inventor oficial de la fotografía en 1839, hizo una foto del Boulevard du Temple de París. La exposición debió durar sus buenos diez minutos, tiempo durante el cual las personas y carruajes no llegaron a registrarse en la placa -por eso la calle y las aceras del bulevar aparecen desiertas-, pero no así el cliente del limpiabotas asentado en la esquina de la acera. Esa es la primera foto conocida en la que aparece una figura humana.
En ningún otro género como el retrato se ha venido desarrollando con tal impulso la carrera por el dominio de la técnica por parte de los fotógrafos por sacar el mayor partido a los materiales disponibles. Un fotógrafo anónimo con histórica ‘visión de la jugada’ hizo el enigmático retrato de la mujer con la cabeza apoyada en el reposacabezas a la vez que mirando a la cámara en un gesto de abierta complicidad a través de un paspartú vacío. Esta foto escenifica a la perfección el proceso del salto histórico de la inmovilidad del modelo en los retratos acartonados a la expresividad en los retratos llenos de vida.
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Estupenda descripción de la historia fotográfica. Me quedo especialmente con la foto de Luis-Jacques Mandé Daguerre, el padre del daguerrotipo e inventor oficial de la fotografía en 1839.
En este curso he dado precisamente Hª del Arte Contemporáneo, donde se hace referencia a la influencia de la fotografía en la Pintura Impresionista.
Muchas gracias, me faltaba la foto.
La fotografía parece haberse modernizado enormemente y en especial por la nueva tecnología, la digital, que nos tiene fascinados; pero al igual que en la historia los viejos procesos mantienen una influencia, porque, además, en los principios las cosas no suelen cambiar tanto. Así, el periodista de hoy tiene que ser tan buen contador de «informaciones» como Plinio el Joven que en una carta describió la erupción del Vesubio que sepultó a Pompeya y Herculano; pero entre ambos hay un universo de cambio tecnológico.
Las familias, continúan -al menos en mi experiencia diaria- solicitando retratos «a la antigua», con poses, como en un «clasicismo» de recuerdo. Claro, hoy esa pose dura muy poco y se pueden hacer series de tomas y luego seleccionar cómodamente las mejores, y dentro de ello se facilita la mezcla con la espontaneidad.
Muchas personas, también quieren sus fotografías en blanco y negro, en sepia o en otro efecto de la antigüedad fotográfica. Y solicitan fotos posadas tradicionales.
Hay matrimonios que solicitan sus fotografías de bodas con cámaras con película, para que sean únicas. Lo digital, para ellos, es lo ordinario, lo de todos, lo sin «arte».
La circunstancia de la foto posada hoy, en 2014, puede deberse al ánimo de tener una «foto oficial» (más inmutable) de cómo uno se quiere ver o fijarse para el tiempo presente y el futuro. De cómo desean ser recordados visualmente.
Se me acabaron los segundos: ¡Click!