Cuando llevan varios días reunidos en asamblea general, los trabajadores del diario francés Libération han decidido por unanimidad no hacer huelga y en cambio replicar desde las páginas del periódico al proyecto de sus accionistas, consistente en “transformar el periódico en una red social y su sede en un espacio cultural, donde el papel ya no parece prioritario”.

Uno de los periodistas de Libération, que prefiere mantener el anonimato, ha declarado al semanrio le Nouvel Observateur: “El periódico es nuestra arma. Queremos expresarnos, darnos a conocer, responder a quienes nos están juzgando como arcaicos. Es también una batalla de comunicación. También podríamos llevar a cabo una investigación sobre Bruno Ledoux (accionista mayoritario junto con Edouard de Rotschild, 52% del capital) para conocer el estado de sus finanzas”.
El viernes por la tarde, cuando se disponían a entregar a la imprenta las páginas del periódico del sábado, los trabajadores de Libération se enteraron del proyecto empresarial por un e-mail recibido por uno de los dos codirectores.

Desde hace meses, Libération arrastra graves dificultades económicas: ha perdido más de un millón de euros en 2013 y sus ventas han caído en un 15%, hasta quedar en 100.000 ejemplares (cifras de Le Nouvel Observateur). Los tres accionistas y la dirección han estado discutiendo con el comité de empresa un plan de reducción de los gastos hasta en 4 millones de euros, lo que supondría entre otras cosas rebajas salariales de un 10% como mínimo, y un 15% en los sueldos más altos.
Para los trabajadores está meridianamente claro que, en el proyecto de los accionistas, elaborado por el empresario Ledoux, no figura en absoluto reflotar el periódico; por el contrario lo que quieren es convertirlo en «una red social, creadora de contenidos monetizables en un amplio abanico de soportes multimedia», trasladar a la redacción a otro inmueble y transformar los 4.500 metros cuadrados del edificio actual, en la rue Beranger, en “un espacio cultural y de conferencias que incluya un plató de televisión, un estudio de radio, una redacción digital, restaurante, bar y una incubadora de start-up (nuevas empresas)», todo ello con la nota de “modernidad” que tiene que poner el diseñador Philippe Stark y conservando la marca «Libération», como un «(café) Flore del siglo XXI”.
«Nuestro proyecto es la única solución viable para Libération. Si los trabajadores se niegan a aceptarlo, el periódico no tiene futuro», ha dicho el accionista Ledoux a la Agencia France-Presse.
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