Un adulto “enganchado” a un ordenador, o a un móvil, es ya una imagen frecuente. Solos “o en compañía de otros”, lo que empezó siendo un juego de adolescentes se ha extendido como aceite derramado, se está convirtiendo en muchos casos en una dependencia que afecta también a los mayores, y a los “más mayores” que inundan las redes sociales y las páginas de contactos intentando llenar de palabras –y cuando es posible de sonidos también- los huecos que ha ido excavando la soledad en las sociedades más desarrolladas. Hasta el punto de que muchas veces se confunden los propios fantasmas con la realidad circundante.

“Her es a la vez un brillante gag conceptual y un romance profundamente sincero. Her es la improbable pero absolutamente creíble historia de amor de un hombre, que a veces parece una máquina, y un sistema operativo que se parece mucho a una mujer viva” (Manohla Dargis, The New York Times)
En Los Angles y en un futuro cercano. Theodore, un hombre sensible que tiene como profesión “escritor público” (escribe a mano cartas por encargo, en una especie de editorial que le tiene contratado para poner en palabras lo que otros no son capaces de expresar), inconsolable tras el abandono de su mujer, compra un programa informático de última generación capaz de adaptarse a la personalidad y las necesidades de cada usuario. Al ponerlo en marcha conoce a Samantha, una voz femenina inteligente, intuitiva y además divertida. Poco a poco se van identificando hombre y voz hasta que llega un momento en que, al menos apartemente, se crea una relación sentimental entre ellos, un romance artificial y virtual entre el escritor y Samantha, el primer sistema operativo capaz de evolucionar como si se tratara de una mente humana. Mucho más que Siri, la voz de los smartphones y tablets: «Creo que Siri debería sentirse intimidada por Samantha, ha dicho el director en rueda de prensa en una visita a España», después de reconocer que fue difícil la elección de” la voz”: “Para ese personaje probamos a treinta actrices distintas: Fue difícil encontrar la adecuada porque se trata de un gran personaje que tiene que llegar solamente con la voz».
Spike Jonze comentaba también que, a través de la relación de Theodore y Samantha, lo que quería era contar cosas reales, de las que le podrían suceder a cualquier pareja: «Un buen día puedes descubrir que tu pareja está cambiando de una forma que te da miedo”.
Emocionante incluso, el guión escrito y realizado por Spike Jonze (actor, guionista y realizador, A propósito de John Malkovich, I’m Here), sobre los límites desconocidos de la « inteligencia artificial », nos introduce en ese mundo que ya existe de la dependencia de las nuevas tecnologías, la droga posmoderna, aunque más que la sumisión a las máquinas (móvil, tableta, ordenador…) lo que plantea es el sufrimiento que causan los sentimientos, las emociones “ambiguas y contradictorias” que genera el amor, mejor el estar enamorado, desde que el mundo es mundo, y que –ya lo han dicho casi todos los poetas- son más fuertes que la razón. Es también una película más sobre la soledad en las sociedades avanzadas que previsiblemente se va a incrementar a medida que la tecnología gane terreno.
En todo caso, Her trata estas cuestiones existenciales con el suficiente humor como para que se pueda incluir en el listado de comedias dramáticas.



