La muerte más traidora, por repentina e inesperada, la del infarto, te ha sorprendido descansando en una playa de México.

Andalucía, Algeciras, en una familia que vivía al día y que a veces lo que llegaba no bastaba para el día. Esencia de familia andaluza de los cuarenta en la que había amor, música, deseo de hacer arte, complicidad familiar, mimbres todos que se necesitan para construir futuros artistas. Siempre arropados, siempre unidos, hasta este inesperado último día. Tenías razón cuando decías que sin tu padre nunca habrías sido lo que eres. Tu padre, tu entorno familiar, los Chiquitos de Algeciras, José Greco que con trece años te metió como tercera guitarra en su compañía y desde allí al Liceu, al Real, pasito a paso hasta la gloria que hoy por cierto no has dejado, aunque hayas cambiado de espacio.
Paco, hoy has vuelto a reunirte con tu amado Camaron, veintidós años después y a saber la que podéis montar por ahí arriba, como artistas libres para la eternidad, pero seguro que merecerá la pena disfrutarlo.
Esta mañanita cuando he escuchado la noticia que me ha dejado en suspenso, poco después me ha dado por pensar por qué hombres como tú que dáis tanto, os váis tan pronto y por qué tantos otros que no dan nada o que dan disgustos parecen eternizarse a este lado.
Esta mañanita cuando he escuchado la noticia me he puesto a verte y escucharte en videos desde tu juventud hasta tu madurez y me he quedado hasta el final de esas Cositas buenas, con las que volviste después de lo de Camaron. Gracias Paco de Lucía por tu genio, tu trabajo, tu guitarra flamenca de acordes desde hoy universales.



