Cuando la crisis de Ucrania ingresó a las augustas cámaras del Consejo de Seguridad de la ONU al comenzar este mes, el debate ya era como un bebé que nace muerto, informa Thalif Deen (IPS) desde Naciones Unidas.
Después de dos reuniones el sábado 1 y el domingo 2, el Consejo estaba sin salida, incapaz o renuente de adoptar una resolución o de lograr algo mucho más básico: una declaración de su presidente con el apoyo de sus 15 miembros.
Con todo, no se debe descartar la importancia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en la actual turbulencia política de Ucrania, según James Paul, quien fue por más de 19 años director ejecutivo del Global Policy Forum, con sede en Nueva York: «Es una situación que requiere diplomacia multilateral y urgente mantenimiento de la paz», dijo Paul a IPS.
La ONU puede ser un espacio de soluciones, pero no en la forma en que suelen verla los expertos, puntualizó.
El secretario general del foro mundial, Ban Ki-moon, en viaje a África occidental, está comunicado y activo intentando resolver la crisis. Y su segundo, el subsecretario general Jan Eliasson, está en Ucrania.
Ban también nombró al holandés Robert Serry como su enviado especial para ese país.
El martes 4, Serry, quien fue embajador de su país en Ucrania, fue incluso interceptado por un grupo de hombres armados mientras realizaba una visita a la sureña península de Crimea, el nuevo foco de la crisis.
El automóvil en que viajaba fue rodeado y él obligado a abandonar el lugar a punta de pistola.
Para Stephen Zunes, profesor de política y coordinador de estudios sobre Medio Oriente en la Universidad de San Francisco, el fin de la Guerra Fría no significó un cambio en la conducta de Rusia y de Estados Unidos, que suelen pisotear la Carta de la ONU y acometer intervenciones militares ilegales.
«Y como los dos países tienen poder de veto, la ONU no tiene cómo detenerlos», dijo Zunes a IPS.
Pero, en un mundo cada vez más interdependiente, ser un foro para debatir, exponer y cuestionar tales agresiones permite a la ONU conservar todavía un impacto positivo, estimó Zunes, que ha escrito en abundancia sobre la errática política del Consejo de Seguridad.
Paul, por su parte, dijo que «sobre Ucrania tenemos una predecible parálisis en el Consejo, tal como ha ocurrido en la mayor parte de los capítulos de esta rivalidad de larga data» entre Moscú y Washington.
El Consejo está ahora bloqueado por el veto de Rusia, como a menudo lo ha estado por el de Estados Unidos.
Pero eso no implica que la ONU esté fuera de juego como creen muchos, advirtió Paul.
«Los medios de comunicación informan de reuniones y declaraciones, pero gran parte de la diplomacia de la ONU se lleva a cabo de manera informal, en los corredores», añadió.
Los cinco miembros permanentes y con poder de veto del Consejo –China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia—se reúnen constantemente tras bastidores, en almuerzos o en salas de conferencias de sus respectivas misiones.
Esos encuentros son «un mecanismo absolutamente crucial de comunicación entre rivales y un medio potencial para resolver el conflicto o algunos de sus aspectos clave», sostuvo Paul.
A los gobiernos no les gusta reconocerlo, porque es ahí donde juegan sus cartas más agresivas. Se intercambian amenazas, se expresa indignación, se mueven tropas y mucho más, ejemplificó.
«Pero es dable esperar que se llegue a un arreglo en forma privada, posiblemente silenciosa, con los buenos oficios de la ONU como medio para lograr un pacto entre las facciones políticas enfrentadas en Ucrania», dijo Paul.
«Así que posible que veamos a las cinco potencias presentar un proyecto de resolución al Consejo de Seguridad que por lo menos alivie la situación, tal como lo hicieron en el caso de Siria».
Ese es el verdadero funcionamiento de la ONU en el complejo e inestable mundo actual. «Esperemos que esta vez vuelva a funcionar», apuntó.
En la reunión del lunes 3, el embajador de Rusia, Vitaly Churkin, intentó justificar ante el Consejo la intervención militar de su país en la república autónoma ucraniana de Crimea como un intento de proteger a «los millones de rusos que viven en Ucrania».
Aunque el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, rechazó este argumento, Churkin recordó la invasión estadounidense de 1983 a la pequeña isla caribeña de Granada y destacó que Washington la llevó a cabo «para proteger a miles de connacionales que vivían allí».
El secretario de estado (canciller) estadounidense John Kerry advirtió al presidente de Rusia, Vladimir Putin: «usted no invade otro país con un pretexto falso… en directa y abierta violación del derecho internacional».
Si bien la admonición es válida, no suena creíble viniendo de alguien que apoyó con tanto entusiasmo la ocupación de Estados Unidos a Iraq con el pretexto falso de las «armas de destrucción masiva», observó Zunes.
En su opinión, la consecuencia humanitaria más grave que puede tener la crisis en Ucrania es que puede socavar el papel cooperador que Rusia viene jugando para resolver la guerra civil de Siria, y prolongar por lo tanto ese baño de sangre.
Pero una ruptura entre Washington y Moscú puede afectar otras situaciones conflictivas en las que es importante su cooperación, como las de Irán, Corea del Norte y Medio Oriente.
Para Paul, en el conflicto ucraniano las potencias están abriendo, en una periferia de Rusia, un nuevo capítulo de lo que podría llamarse la batalla por Eurasia.
Ha habido otros conflictos vinculados a este proceso, como las guerras de los Balcanes, la guerra en Iraq y el conflicto sirio. El avance hacia el este de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea (UE) son fenómenos relacionados.
«Los conflictos vinculados a estos procesos suelen presentarse en los medios como enfrentamientos binarios entre el bien y el mal», apuntó Paul. Pero en verdad no son más que geopolítica cínica, agregó.
Las acciones de las dos partes son temerarias y un peligro para la paz. Ni las potencias occidentales ni el gobierno ruso están actuando en apoyo de fuerzas democráticas o de resultados justos, sostuvo.
«Esto es muy claro en Siria y lo es igualmente en Ucrania. Así que el pensamiento binario es falso», estimó.