No se puede renunciar a informar con la verdad

El 1 de Octubre, fecha en que recordamos el Día del Periodista en Perú, nos lleva a preguntar: ¿Qué significa ser periodista en estos tiempos? Para Gabriel García Márquez es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad, señala un mensaje de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP).

ANP-mordaza No se puede renunciar a informar con la verdad

Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.

Así, con declaración que brota de lo más hondo de nuestros sentimientos, tenemos que agregar que la labor del periodista siempre ha sido compleja y peligrosa. Desde muy antigua data y que, ahora, es más arriesgada, como consecuencia de la transformación violenta y vertiginosa que vive la sociedad global y en donde la nuestra no está exenta de ello. No hemos olvidado que esta tarea que no conoce de pausas ni fatigas, recoge ideas, sentimientos, pasiones, crímenes o virtudes, en suma, esos mil hechos dispersos, esos mil latidos, de cuyo conjunto brota lo que se llama la opinión pública; y de una manera más o menos perfecta, fundidos todos ellos, en las letras de molde, les da salida para que vayan a todas partes y por todas partes se extiendan.

Ese es nuestro compromiso, sostiene el mensaje, suscrito por los dirigentes actuales de la ANP Roberto Mejía Alarcón, presidente; Luis Vásquez Vásquez, vicepresidente, Zuliana Lainez Otero, secretaria general, Bertha Fiestas Díaz, secretaria ejecutiva de Organización y Karina Reyes Bernuy, secretaria jecutiva de Comunicaciones.

Agregan que «ubicados en el terreno de los hechos reales, quienes constituimos esta formidable fuerza institucional que es la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) somos conscientes que nuestro gremio tiene un compromiso ineludible con el destino patrio. La nación nos convoca y deposita su confianza para que prosigamos informando con la verdad. Ello hará posible, más temprano que tarde, el tránsito hacia una sociedad futura, donde la utopía deje de ser tal y los cambios que se han venido omitiendo, descuidando o impidiendo, se hagan realidad y a cabalidad. Tal como anhela nuestro pueblo, de manera especial aquel que está olvidado, excluido o no contactado».

Estas reflexiones vienen a propósito del «Día del Periodista», que cada 1 de octubre desde la década de los cincuenta del reciente siglo pasado, recuerda el país en homenaje a la edición del primer cotidiano de América Latina que, bajo el logotipo «Diario de Lima», en 1790, puso en circulación Jaime Bausate y Meza, seudónimo surgido de la inventiva de Francisco Antonio Cabellos y Meza, con entusiasmo, vocación y sufrimiento. Ese logro histórico ha trascendido con el paso de los años y cada vez se comprende mejor porqué Raúl Porras Barrenechea, el ilustre maestro sanmarquino, historiador y hombre de letras, sentenció respecto al significado de la publicación que vino a cambiar definitivamente las costumbres coloniales, que en ese entonces vivía en base a los rumores de «chismógrafos profesionales» y murmuradoras de nacimiento, que se encargaban de transmitir desinteresadamente noticias entretenidas y escandalosas.

Si otrora Bausate y Meza pasó por las más duras penurias políticas y financieras para sacar adelante su periódico, a tal extremo que su hogar ubicado en la calle Las Campanas, en el distrito del Rímac, cruzando el Puente de Piedra, fue al mismo tiempo redacción, taller y administración, hoy no se puede decir lo contrario. Hacer periodismo, sobre todo más allá de las fronteras de la gran capital, en las provincias peruanas, es una obra de titanes, con frecuencia incomprendida y sometida a las pruebas más riesgosas y a los atropellos más incalificables. Razón tuvo aquel que expuso que «a fuerza de cuántas amarguras, de cuántos estériles tanteos y de cuántas renunciaciones ignoradas se ha ido labrando esta profesión que no tiene otra finalidad que la de desvivirse a toda hora y en cada circunstancia para saciar la inextinguible y muy justa curiosidad del público».

Es que así es la profesión. El hombre es el lobo del hombre. Y, sin embargo, pese a quien le pese, en la actualidad, los periodistas se han constituido en fuentes de consulta obligada para las grandes decisiones. Las posibilidades de introducir cambios depende esencialmente de la decisión y el sentido de responsabilidad de la dirigencia del país. La población tiene buenas razones para exigir que la misma se haga cargo de su responsabilidad. Unos y otros, sin embargo, encuentran en el periodismo libre, democrático, abierto a todas las ideas, el sustento de lo que se tiene, se puede y se debe hacer. El periodismo posee ese gran poder social. El poder es la posibilidad de intervenir para influir y actuar sobre la realidad social. La política delinea las pautas de la convivencia social y soluciona los conflictos que puedan acontecer. Pero el periodismo al transmitir noticias, criticar y evaluar ideas y conductas, también ejerce influencia política.

Allí está la esencia de su obra informativa. El periodismo en sencillas palabras es el bastión formidable de un pueblo cargado de civismo y anhelos de justicia, libertad y progreso. En la Asociación Nacional de Periodistas del Perú así lo entendemos, convencidos que lo social que es lo humano, es la clave central en la agenda de toda problemática política, económica, ética y cultural del desarrollo de nuestra patria. Por eso, unir todas las fuerzas, unir todas las voluntades para ese logro, es el mejor homenaje a los periodistas caídos en cumplimiento de su deber, la ofrenda más preciada para quienes soportan con estoicismo los abusos de quienes quieren silenciarlos, el aliento para aquellos que en todos los rincones del territorio nacional hacen periodismo, sabiendo que están cumpliendo una misión enteramente social.

1 COMENTARIO

  1. Siendo yo periodista, no puedo renunciar a informar. Pero lo de la verdad es otro asunto para diversas cosas. El conservador y el revolucionario claman por la libertad y la defienden, pero cómo es para cada uno difiere demasiado.
    En 1973, en Chile, en un grupo de trabajo de sicología social realizamos una tesina acerca del concepto de libertad de los periodistas marxistas-leninistas y allendistas y los periodistas de ideas conservadoras o de derecha, incluyendo los sectores más opuestos al marxismo leninismo.
    Resultado: tenían el mismo concepto de libertad, el emanado desde el siglo XVIII, con Rousseau, Voltaire y et alt. Sin embargo, en la realidad cotidiana de cada día, ambos sectores estaban total y absolutamente confrontados en torno a la libertad: unos aseguraban que la estaban por fin logrando, superando la esclavitud capitalista, y los otros, indicaban que tenían que defender la que existía a todo evento, pues la nueva «libertad» era esclavitud.

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