La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) cumple 70 años de existencia. Fue fundada por intelectuales, artistas y académicos, después de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de contribuir a consolidar un mundo de paz para evitar los horrores de las guerras; aspiraban desarrollar “la solidaridad mundial e intelectual de la humanidad”.
Numerosos aportes ha dado en su campo de acción y también ha enfrentado problemas, por su consecuencia en la defensa de las libertades. Basta recordar las reacciones que produjo, hace algunos años, la investigación sobre el desequilibrio en el flujo informativo, documentado en el informe Mc Bride, que provocó la retirada de Estados Unidos y Gran Bretaña, que se llevaron también los fondos, con lo que provocaron una crisis que la entidad logró superar.
En Guatemala, las acciones de la Unesco se iniciaron en 1950; ha trabajado por un desarrollo fundado en el fomento de la educación, la promoción de la cultura de paz, el apoyo a la juventud y el reconocimiento y protección del patrimonio cultural, según ha difundido la entidad.
La prioridad en el ámbito de la educación es evidente en los distintos programas que apoya e impulsa, particularmente enfocados a reinsertar a las niñas y jóvenes en el sistema, basados en el principio de “aprender a ser”, que fortalecen la autoestima, la capacidad de tomar decisiones y aumenta las posibilidades de tener acceso a mejores oportunidades en el futuro. La formación ciudadana y la prevención de la violencia a través de la educación son aportes necesarios en nuestra realidad nacional.
Declaraciones de su representante en Guatemala han descartado los temores expresados por numerosas personas en relación con el supuesto riesgo en que se encuentra la condición de Patrimonio de la Humanidad de la Antigua Guatemala, que data de hace 35 años, para lo cual tuvo que pasar un riguroso proceso de selección de valores, tanto tangibles como intangibles. Los problemas que existen en ese hermoso sitio hay que atenderlos para evitar ese peligro. La presencia de la directora general Irina Bokova en el país no es para eso. La funcionaria vino en visita oficial, por invitación del Gobierno.
Oportuno es reconocer el papel que la Unesco, como organización especializada y líder mundial de las comunicaciones, la libertad de expresión y de prensa, ha jugado en la promoción y el acompañamiento de la iniciativa que asociaciones departamentales de periodistas y Cerigua promovieron ante el gobierno para que se establezca en el país un Programa de Protección de Periodistas, a lo que la actual administración accedió el 3 de mayo de 2012 en un acto en el Palacio Nacional de la Cultura y posteriormente ratificó en Ginebra y signó en un documento en noviembre de 2013.
Las acciones de Unesco, incluidas las campañas de sensibilización, la promoción de alianzas y la coordinación del Plan de Acción de la ONU para la seguridad de los periodistas, así como el apoyo a las capacitaciones en temas de protección a periodistas, son reconocidas por el gremio, especialmente por aquellos periodistas que ejercen en condiciones adversas y en escenarios de riesgo.
El desarrollo de la VIII Escuela de Verano MOST, encuentros regionales, talleres sobre el patrimonio mundial, son parte de las numerosas actividades desarrolladas por la entidad en nuestro país.
Acertada fue la decisión de nombrar al doctor Julio Carranza como representante en el país. Bienvenida, señora Bokova.