Las crisis siempre traen cambios, buenos o malos, pero la situación se modifica. Los primeros momentos son impactantes, aun cuando uno tenga indicios de lo que se viene. Constatar hechos repudiables siempre es impresionante, sobre todo cuando estos tienen que ver con aspectos de vida o muerte.
El descarado y descomunal robo ocurrido en la Aduana y documentado por la Cicig, junto a otras razones, incide en la muerte de personas por falta de medicinas, en la situación social de sobrevivencia y miseria en la que se encuentra la mayoría de la población, en el estancamiento en las condiciones de vida de miles de personas y numerosas desgracias suficientemente conocidas.
La indignación mostrada en la masiva manifestación, combinada con la cordura y las actitudes de civismo, son expresiones que hacía mucho tiempo no se producían en Guatemala. Algunos escépticos hicieron mal las cuentas, creyeron que, como hemos tenido apatía y un largo letargo, las personas no acudirían al llamado de esos jovencitos que removieron la conciencia ciudadana. Pensaron que pocas gentes iban a sacrificar su sábado por la tarde para ir de plantón frente al símbolo del poder a exigir la renuncia de la vicepresidenta, señalada por la ciudadanía por sus acciones, aun cuando no se le haya vinculado al caso donde su secretario privado está vergonzosamente implicado.
Ya se está convocando a otras concentraciones; probablemente la tendencia será a no dejar que el repudio se disuelva, pero también hay que considerar las alternativas y las salidas que nos puedan sacar de este atolladero en que nos encontramos como país.
No hay en el horizonte muchos liderazgos con credibilidad, experiencia y solvencia moral para encabezar un movimiento que pudiera ser la semilla de un verdadero cambio estructural. Los hallazgos en la Aduana no son excepcionales. El Estado está contaminado hasta lo más profundo de sus cimientos; son muchos los coludidos en el saqueo de las arcas nacionales, por lo que con capturar, enjuiciar y condenar a esta gavilla no se resuelve el problema.
Por eso es tan complicado el momento, porque no se han construido alternativas viables. Por parte de los partidos solo hay réplicas de lo mismo; por los sectores contestatarios, críticas y señalamientos. Un factor que ha salvado al binomio presidencial es la encrucijada en que se encontraría el Estado si ambos dejan el cargo. ¿A quién se va a designar y qué propuestas podrían impulsarse si va a administrar el mismo aparato copado por poderes paralelos?
Pero algo hay que hacer, hay capacidades para repensar un futuro en donde tengan cabida todas las personas, con condiciones de vida digna, con igualdad de oportunidades y acceso a lo que hoy solo tienen algunos.
Un motivo de felicidad es la reivindicación de la libertad de expresión en esa concentración, un derecho humano fundamental tan poco valorado y ejercido.
Guatemala, abril de 2015.