“A mi puerta un visitante -murmuré- siento llamar; eso es todo y nada más.” El Cuervo de Poe
Hace poco han surgido estudios donde consideran que la muerte del escritor Edgar Allan Poe fue un asesinato, otros historiadores suponen su deceso por alcoholismo, drogas, fallo cardíaco y otros especulan sobre un posible suicidio.
Su muerte continua siendo un misterio y su vida, una ruta llena de penurias. Nacido en Boston el 19 de enero de 1809, pronto quedó huérfano y una familia acomodada de Virginia lo acogió, sin adoptarlo. Tuvo buenos estudios y viajó a Inglaterra, estudió en la Universidad de Virginia y se enroló por un tiempo en el ejército pero su tutor lo desheredó al descubrir su vocación literaria.
Trató de ganarse la vida como periodista y llegó a tener cierta fama por sus relatos románticos de atmósfera gótica y tenebrosa y por su prosa caustica y doliente. Vivió peregrinando por Baltimore, Virginia, Filadelfia, las plantaciones del sur de Estados Unidos donde escucho historias de esclavos negros, de aparecidos y ánimas de cementerios.
Tal vez fuera Virginia su verdadero hogar, allí estudió y conoció a su prima Virginia Clemm con quien se casó, siendo ella una adolescente de 13 años, quien le inspiró el poema “Annabel Lee”.
Nueva York, aparece en la vida del poeta porque al salir de la Escuela Militar decide publicar su tercer libro de poemas, fueron sus compañeros de West Point quienes le donaron el dinero para la edición que se materializa en Nueva York, por eso está dedicado a los Cadetes de los Estados Unidos. Nueva York parece representar en su vida el lugar de sus afanes como periodista profesional, publica y vive de sus cuentos y reseñas, quizás sea el primer escritor que intenta vivir de su escritura.
En sus andanzas, vuelve a la gran metrópoli, donde trabajó como redactor jefe de Broadway Journal, cuando cierra el periódico se muda a un cottage a las afueras, en la zona del Bronx, un barrio que en aquel entonces tenía grandes avenidas, casas con huertas y estaba rodeado de bosques.
Quise conocer ese lugar y aunque no es fácil llegar, asumí el riesgo. El “Cottage de Poe”, como lo llaman, se encuentra en medio del Boulevard Gran Concourse y la calle Kingsbridge. Actualmente, hay un parque y en una de las esquinas se conserva la pequeña casa de campo. Una miembro de la Sociedad Histórica, que prefiere el anonimato, me mostró fotos antiguas, era un lugar tranquilo, solitario y rodeado de forestas, muy al estilo de sus cuentos. El cottage es pequeño, guarda algunos muebles de la época, fotos, pero no sus manuscritos bastante dispersos. El museo tiene horarios limitados; nos alegramos que conserve y mantenga el recuerdo del poeta.
Fue en este paraje donde Poe sufrió, junto a su esposa enferma de tuberculosis y a su suegra que los ayudaba pidiendo a los vecinos verduras de sus huertas. La joven esposa murió el 30 de enero de 1847, sumiendo a Poe en una profunda depresión. Su célebre poema “El Cuervo” parece estar inspirado en la muerte de ella, aunque la vida de Poe está jalonada de muertes de mujeres queridas, empezando por su madre. Con la muerte de su esposa, Poe pierde la fortaleza, se vuelve cada vez más alcohólico e inestable, escribe “Ulalume” y un extraño ensayo: “Eureka”.
Regresa a Richmond y deja en ese pequeño cottage su espíritu junto al de su dulce esposa. Poe iba a casarse nuevamente, pero desaparece y muere de manera sospechosa, en Baltimore, en 1849, sin poder explicar cómo llegó a ese lugar y por qué tenía ropas que no eran suyas. El escritor argentino Julio Cortázar, admirador de la obra de Poe, escribió sobre esta leyenda que retrata a Poe en estado de delirio, y que recientemente provocara otras versiones sobre su muerte, un posible asesinato. El misterio rodea al escritor del misterio, al creador del cuento gótico y de perturbadoras atmósferas.
Este escritor que tanto influyó en la literatura mundial, no parece tener el recuerdo que merecería. Al llegar al Cottage, sentí la sensación de cierto abandono, son otras las generaciones que lo rodean, el parque esta envuelto de tráfico y ruido, música altisonante y comercios, nada que refleje el romántico ambiente secreto de sus cuentos.
Cortázar tradujo su obra y la ordenó según su criterio: Cuentos de terror, Sobrenaturales, Metafísicos, Analíticos, de Anticipación, de Paisaje y grotescos o satíricos.
Muchos de sus cuentos son considerados magistrales: “El pozo y el péndulo”, “La caída de la casa Usher”, “El barril amontillado”, “Los crímenes de la calle Morgue”, “El escarabajo de oro”, “El gato negro”, por nombrar los que más recuerdo y los recuerdo más por la sensación causada que por sus argumento. Su prosa onírica llena de simbolismo, hace penetrar al lector en mundos de pesadilla y locura. Sus cuentos palpitan, tienen una tensión operante, de intensidad y resolución. Creador del relato de detectives, su narración oscila entre el Thanatos y la libido, entre la muerte y la energía vital. La fascinación por lo desconocido, los estados emocionales sin fronteras, son algunas de sus características, responde a los gustos de la época, pero también a los eternos temas del hombre.
No sé si esa tendencia al misterio, al aire fantasmagórico y a la muerte, a lo secreto y desconocido, a la cual es tan proclive la sociedad americana, tiene su origen en este escritor emblemático o fue Poe quien pudo recoger ese extraño espíritu que flota en el inconsciente colectivo anglosajón, tan distante del espíritu latino. En todo caso, Poe es un escritor de su época pero también un escritor que trasciende su tiempo y capta el alma de un pueblo, que sin nombrarlo, continua recordándolo.
Aunque su cottage parezca un tanto abandonado, el alma de Poe navega en las calles sinuosas de Nueva York, en los puertos bostonianos, en las casas de Pensilvania, en las bodegas sureñas, en la obsesión de los jóvenes norteamericanos por las historias inexplicables, donde se mezcla el romanticismo, el vampirismo y la desesperación de vivir.