Nos damos una oportunidad más. Reflexionamos sobre la voluntad de la Naturaleza, no siempre fácil de entender, seguramente porque nuestra perspectiva está, muy a menudo, condicionada. Las costumbres nos suelen distanciar de la realidad más lógica. Eso de que «se ha hecho siempre» provoca, en ocasiones, mucho daño. Por eso los cambios son buenos, porque nos permiten ver lo que no oteamos por el uso diario.
Como propuesta, nos envolvemos con la sábana de un amanecer fresco que nos rescata de los tránsitos más o menos demorados, pausados, o incluso acelerados. Las mudanzas nos invitan a recontar aquello con lo que nos topamos. Nos proporcionan igualmente la captación de lo que nos falta. Las puestas en cuestión contribuyen a subir más alto.
Las recetas se reinventan cada día con las miradas que nos apartan de los equilibrios estudiados. Las improvisaciones que se dosifican con la experiencia y ciertos grados de mesura nos solidarizan con el futuro, en el que debemos establecernos con calma en pos de los que nos han de seguir, a quienes les hemos de brindar los testigos de la esperanza desde la voluntad propia.
Hay quienes enmudecen ante esta etapa de pasión que nos graduará en y con nuevos ideales, y, lo que es más útil, en y con hechos relucientes que nos ampararán de otro modo. Entregaremos variadas versiones, y eso nos cultivará con interpretaciones de retos cercanos y no cerrados. Nos hemos de reconvertir claramente, pero no desde la abulia o la obligación sino desde la diversidad que nos activará.
Nos emplearemos con el ánimo de la memoria que nos sacará de los perfiles neutros y de los límites que hasta ahora no nos reportaban nada de valor. La significación en los quehaceres diarios nos modifica constantemente. Lo sabemos. No es bueno dormirse en creencias vacuas o en el cansancio por lo que es o por la impotencia de lo que creemos que no será. Probemos.
La alegría es el sustento del porvenir en salud. Todo lo sana, sí. Nos aboca a una visión que permite continuar con renovados corajes cuando las cuestiones que consideramos neurálgicas no salen a la primera. Nos hemos de sentar a la diestra de la emoción singular. Podemos ser, si queremos de verdad, con cordura. La existencia es un eterno intento.
Los quehaceres de siempre deben verse edulcorados por improvisaciones y riesgos que, desde el cálculo realizado y realizable y sin hacer daño a nadie, nos transporten a la aventura emotiva. Hagamos caso, más caso, al corazón.
Luces
La destreza se desarrolla con declaraciones de intereses no egoístas. Hemos de poder con las causas y ser ciertos en ellas. No apaguemos las luces que nos ayudan a no perder los caminos más creíbles y fructíferos. Los ruidos extraños se han de alejar de lo cotidiano. Tendamos las mejores ideas para que gocen de las suficientes oportunidades.
Busquemos canciones diarias, docencias diferentes, incrementos coaligados, determinaciones de felicidad que se compartan desde el amor, la admiración y el apoyo societario. Hemos de analizar leales propuestas y desarrollarlas. El recuerdo de los flamantes días nos ha de guiar por autopistas de contento. Coloquemos ese lema en el frontispicio de los primeros instantes de una jornada que, con el planteamiento de que puede ser genial, lo será. Seguro.