El día nos regala un beso. Nos brinda, en realidad, más hechos, conceptos, y deliberaciones, pero prefiero ver esta cara, esta parte, con su consustancial amabilidad. Nos sitúa así la jornada en una especie de limbo, con suma calma, en un regazo especial, el de la voluntad de mejora. Los plazos son suaves, medios, sin prisas, y eso da garantías. Los tiempos, o eso nos parece, son interesantes.
Nos volcamos, desde el alba, en los anhelos de los ancestros, que desearon lo ideal para nosotros. De esta guisa, nos hacemos posibles sin permisividades extrañas. Las apuestas honradas nos hacen ganadores. Lo sabemos, aunque a menudo toque esperar a lo largo de muchas etapas.
Importa, fundamentalmente, lo que hacemos, lo que somos, lo que demostramos con actos silentes o ruidosos. Hay ocasiones en cada curva. Podemos sacar provecho hasta de los mareos. Nos respaldamos cuando nos añadimos a las causas perdidas, cuando apostamos por los últimos, donde podemos estar cuando menos lo aguardemos. El destino es más caprichoso de lo que meditamos. Hemos de pegar la salsa a la fortuna que es hallarnos vivos. Aportemos dinamismo a la existencia, a la Naturaleza, al ecosistema en el que nos desenvolvemos.
La locura regala fábulas que nos reportarán más felicidad. No hay trechos insalvables. Con aportes de dicha, nos dejaremos ver (podremos, al menos) por las luces que tanto calor y deseo nos imprimen. No consintamos que nos puedan las sombras, la oscuridad, lo tenebroso. Las fuerzas están ahí para ser utilizadas.
Hay una gran hilera de oportunidades. Lo intuimos, pero es conveniente recordar las opciones con las que contamos, sobre todo si fomentamos el papel de los amigos, que son los cimientos del porvenir, en el que hemos de creer. Muchas necesidades o impotencias son fingidas. Vayamos a la auténtica esencia.
Por lo tanto, pintemos de bonitos colores los pasos que vamos dando. De vez en cuando buscaremos, igualmente, el silencio para meditar sobre cuanto ocurre.
El sosiego es básico, pero seamos valientes en todo instante para bailar y cantar haciendo que la existencia de los coetáneos sea sensacional. Empleemos la óptica adecuada: el cristal, como nos recuerda el refrán, es determinante.
Preparados para todo
El ser humano está preparado para solucionar todo. Debemos indagar y rascar cuanto sea preciso. Hemos de sacar fuerzas de donde no las hay. Podemos ocasionar que rebosen nuestros corazones de contento y de destreza desde la experiencia de intentar los óptimos fines, que podemos alcanzar. La utopía es un sueño que podemos convertir en eventos cotidianos.
Averigüemos lo que somos y algunos porqués, y cambiemos lo que sea menester para que, cuando amanezca, nos preguntemos si estamos alegres y, en paralelo, tengamos motivos y criterios para contestar que sí. Este chequeo es crucial para saber si desarrollamos aquello para lo que estamos llamados, y que ha de estar trufado de dicha. No olvidemos que ésta se obtiene a cada segundo, de trinchera en trinchera, en una labor perenne, universal y de pura vecindad. Viendo la cantidad de la que disponemos podemos baremar si la senda es la elucubrada.
Lo bueno, incluso cuando hemos errado, es que siempre estamos a tiempo de cambiar. Los motivos para ello son harto elocuentes. ¡Adelante, pues!