Sábado 29 de agosto. Desde las nueve de la tarde hasta las doce menos cuarto de la noche, ¡dos horas y tres cuartos! en concierto una noche bastante indescriptible, porque no es fácil poner en palabras la casi innumerable variedad de sonidos y ritmos de esta Cumbre Flamenca Latin Jazz, que Jorge Pardo, Javier Colina, Rycardo Moreno, Jerry González, Caramelo, Antonio Serrano y Piraña escenificaron en la sala Sabicas del Palacio Baluarte de Pamplona.
Sin duda, uno de los grandes hitos del Festival Flamenco on Fire 2015. Un concierto de saxo – flauta, contrabajo, guitarra, trompeta y percusión de jazz latino, piano, armónica y batería metal/ madera.
Todo el elenco de Cumbre Latin Jazz. fotografía de Javier Fergo para Flamenco on Fire 2015.Siete artistas amigos, que se conocen y admiran desde hace años, que a veces han colaborado pero que hasta hoy no habían actuado juntos en un concierto. Por soleás, alegrías, bolero por bulerías, tango argentino, danzón cubano, joropo venezolano, rumba cubana, fandango, tangos flamenco – jazz y otros ritmos, fin de fiesta de jazz por varios palos y autóctono y una propina que ya nadie esperaba a esas horas, cuando en realidad ya hacía rato, cumplida con creces la duración del concierto, que Jorge Pardo había consultado al público si estaba dispuesto a seguir un poco. Y estaba.
Escuchar y sentir al saxo- flauta tenor y soprano número uno actual de la fusión flamenco – jazz, al contrabajista más talentoso del panorama actual de fusión de jazz y flamenco, al guitarrista de fama internacional y productor musical, compositor y arreglista, heredero de una saga de artistas flamencos, que sabe arrancar a la guitarra sonidos y matices electrizantes; qué se puede añadir que no esté mil veces dicho de la trompeta de Jerry González, norteamericano de origen puertorriqueño, una de las grandes figuras del jazz latino. Él que es un grande, ha colaborado con todos los grandes del jazz y ha ganado todo lo que se puede ganar en ese mundo. Reside en España a consecuencia de su participación en la película de culto Calle 54 de Fernando Trueba, que hizo que le llegaran múltiples invitaciones desde España, y a partir de ahí su fusión con el flamenco era inevitable; al piano de Caramelo, ese cubano considerado por la crítica internacional como el mejor pianista de jazz latino de la panorámica actual. De la armónica de Antonio Serrano se puede decir que sabe como arrancarle las armonías propias de ese instrumento y las de muchos otros; y de Israel Suárez, Piraña, que viene nada menos que del linaje Porrina y con diecisiete años ya aprendía a la sombra de Paco de Lucía. Es amigo de todos los grandes, porque con todos ha colaborado y aprendido hasta convertirse en referencia internacional. Pues estos siete cracks, fueron los culpables de la revolución flamenco – jazzística de la noche del último sábado de agosto de 2015.
La introducción para entrar en ambiente a cargo de la guitarra y la percusión de cajón, abriendo camino al primer solo de saxo por soleá, en un comienzo genuinamente flamenco. Entra el contrabajo y el ritmo va transformándose. Y a la transformación se une la armónica y luego la trompeta. Y con todos en la escena empieza a sonar La niña de fuego, antigua zambra, por un trío de armónica, trompeta y saxo, turnándose en los solos, pasando por todos los ritmos y versionados posibles y casi imposibles, desde luego sorprendentes. Esta gente abre el corazón, el espectador se transforma, interactúa, se identifica con las emociones subjetivas de cada uno.
Jorge Pardo, Javier Colina y Antonio Serrano. foto de Javier Fergó para Flamenco on Fire 2015Empieza a sonar la Historia de un amor por bulerías, con el sexteto desgranando sonidos, matices, ritmos de jazz sobre bases rítmicas flamencas, con Jorge en un solo protagonista de saxo que lleva a las mayores alturas. En ese momento hace su entrada en escena Caramelo y el aplauso en sala es unánime. El gran Caramelo de Cuba, un clásico de Lecuona, qué privilegio contar con su presencia, con la sabiduría de esas manos que interpretan desde el alma. La Historia sigue su curso, que es largo, porque todos tienen su momento de protagonismo, y a veces el septeto se transforma en cuarteto, o quinteto, o dúo dialogando de instrumento a instrumento. Entran y salen de escena y ahí tenemos a Jorge Pardo haciendo compás con las palmas cuando deja el saxo. La armónica hace su solo en versión jazz y no digamos Jerry, siguiente solista con su trompeta sabia, grave o aguda. Caramelo en su turno protagonista interpreta un pequeño concierto que nadie quiere que acabe, pero acaba y se funde en un diálogo de guitarra y contrabajo y luego de guitarra y saxo y es una gloria ver a Jorge inclinando el saxo hacia la guitarra de Rycardo, en una escena llena de sensualidad instrumental. Salen y entran, ahora el trío contrabajo, piano y metal acompañando un solo de Jerry.
Sigue el ciclo cubano hasta completar los protagonismos de cada instrumento. Y sucediéndose, los tríos, cuartetos, coral completa en un crescendo sostenido hasta la locura. Colina solo en escena, en una interpretación grandiosa.
Tango argentino y luego joropo venezolano. El conjunto sigue con sus rotaciones, solos, trompeta, armónica, piano… Y de pronto Jorge va y dice, ¡Señor Caramelo! Y el Señor Caramelo se queda solo en escena y desgrana todo su sentir, en algo que no es fusión, es jazz, jazz, jazz… ¿Estamos en Pamplona o en la Canal Street de Nueva Orleáns? Caramelo transporta como en un viaje astral. Abre el corazón. Sin olvidar que este color de jazz es un arreglo personalísimo del genial pianista.
Según avanza la noche el jazz va haciéndose cada vez más protagonista. Y cuando Rycardo se queda solo en escena, en su momento cumbre de la noche, sorprende con esa guitarra que empieza por unas bulerías que suenan a jazz cien por cien, más bien jazz por bulerías. Como dijo Paco Suárez en la presentación del concierto: El flamenco del siglo XXI tiene otros colores.
¡El que faltaba!. Colina invita a Bandolero, hoy entre el público a subir al escenario. ¡Con toda intención! Porque hace falta ahí, para enriquecer con su maestría ese momento único de concierto de percusión que no podía faltar: Jerry al jazz latino, conga, timbal, güiro y claves, Bandolero al cajón y Piraña, a veces hace dúo de cajón con Bandolero, a veces se pasa al metal. Hay que vivirlo, porque unas bulerías así no son imaginables, pero realmente ¡qué importa! lo que sea es genial.
Las propinas: el detallito de fandango en solo de flauta travesera de Jorge Pardo. Luego por tangos del disco Amor al tango y mucho más, por todos y cada uno, porque la pieza repite las rotaciones, solos, entradas y salidas. El último solo protagonista es el de la armónica de Antonio Serrano, una armónica tan única que suena a viento y cuerda.