La Portalada de Ripoll es una joya del románico pirenaico, una joya rara, extraordinaria y única del siglo XII que se conserva hasta hoy, y por eso ha venido a Madrid a presentar su candidatura ante la Unesco a fin ser reconocida Patrimonio Mundial, para ser protegida y seguir siendo admirada por todos.
La exposición que a tal fin se exhibe en la librería Blanquerna de Madrid (Alcalá 44) da buena muestra de la grandiosidad de la Portalada, así como la del monasterio benedictino al que pertenece.
Ripoll es un municipio de apenas 11.000 habitantes enclavado en el pirineo catalán y conocido sobre todo por su monasterio románico, y especialmente por la llamada Portalada de Ripoll, porque, en efecto, el nombre de Pórtico se le queda pequeño a esta obra de monumental figura, ya que a ambos lados se despliega un amplio espacio arquitectónico y escultórico poblado de relieves y bajorrelieves, algunos de ellos polícromos, que cuentan, mediante escenas compuestas piedra a piedra, la historia de la redención del hombre.
Todas estas escenas están inspiradas naturalmente en La Biblia y por eso esta Portalada de Ripoll es también conocida como la Puerta triunfal del Cristianismo, lógico si pensamos que se construyó en medio del fragor religioso de la Reconquista. Como dicen los historiadores de la época, «entonces la religión no es que fuera lo más importante, es que era lo único. No había nada más.»
Pues bien, esta maravilla de Portalada donde los canteros medievales pusieron todo su arte y toda su vida, es lo que quiere preservar y dar a conocer el municipio de Ripoll con la presentación de la candidatura ante la Unesco. Los visitantes pasan de cien mil al año y casi la mitad son extranjeros, no hay duda de que necesita ser preservada como cualquier joya en piedra y estoy pensando ahora en la catedral de León, también Patrimonio Mundial.
Hace ocho años que la Portalada de Ripoll se protege con una doble cristalera de los rigores del clima de la zona, rigores que en verano pueden alcanzar los 38º y en invierno bajar de cero, así como de las ganas de tocarla que se experimenta ante su vista.
Pero desde el siglo XII hasta ahora la Portalada ha sufrido nada menos que cuatro guerras, particularmente duro fue el siglo XVIII, más un fortísimo terremoto en el siglo XV, y a todos estos desastres ha sobrevivido. Las guerras fueron especialmente cruentas con ella y con el conjunto, puesto que el abad del monasterio benedictino, que era a su vez conde, y de la misma estirpe de Wifredo el Velloso conde de Barcelona, tenía licencia para fabricar armas: de hecho, allí se perfeccionó la forja del acero al patentar un método llamado «catalán», que consistía en insuflar aire al fuego, con lo que el hierro era mucho más resistente y prestigioso, y el sitio donde se fabricaba (Ripoll) codiciadísimo por los contendientes franceses, carlistas, etc. Todos acababan pegando tiros en Ripoll.
Esto lo contó muy de prisa Jordi Munell i Garcia, alcalde de Ripoll, en la inauguración de la muestra que les ha traído a Madrid y que tuvo lugar el día 5 de noviembre de 2015 en Blanquerna, previo a la presentación ante la UNESCO .
En el acto habló Carme Polo, como directora de la candidatura a Patrimonio Mundial, sobre lo que la Portalada de Ripoll significa en el mundo, y al final, el músico Antoni Madueño interpretó temas musicales referentes a la vida monástica en época medieval.