Adictos al sexo

La adicción a la pornografía supone sólo una forma de adicción sexual que acompaña otro tipo de comportamientos sociales de mayor gravedad para la salud y para la vida social y familiar, sostiene Carlos Miguelez Monroy en este artículo de opinión, en el que señala que la sexualización que se observa en la publicidad, coincide con una pérdida del erotismo, con una sensación extendida de soledad.

Carlos Miguelez Monroy[1]

La adicción al sexo de figuras públicas como Dominique Strauss-Khan, Charlie Sheen, Tiger Woods y Michael Douglas ha dado visibilidad a un tema ocultado por la vergüenza y por la ignorancia. Sólo en Estados Unidos, se calcula que más de 9 millones de personas están atrapadas en comportamientos que conforman este tipo de adicción, considerada una “epidemia nacional”, con la apertura de centenares de clínicas de tratamiento en los últimos cinco años.

Este tipo de adicción está provocada por la necesidad de un pico emocional similar a la que tienen los drogodependientes o alcohólicos y que satisfacen de diferentes maneras: pornografía, recurso a la prostitución o experiencias sexuales con personas desconocidas. Luego llega el bajón, como ocurre con el alcohol y con las drogas. De esta manera, el estado emocional puede convertirse en una montaña rusa.

Cuarenta millones de estadounidenses acceden cada día a las más de 4 millones de páginas pornográficas que existen, según Newsweek. La cifra produce vértigo pero no ilustra las consecuencias para quien padece este tipo de adicciones en su vida social y familiar. La poca actividad sexual con la pareja suele ir a menos cuando existe este tipo de adicciones, y una persona puede sufrir un exilio en su propia casa, cargado de incomprensión, de rechazo y de vergüenza. En lugar de ayudar, reproches como ¿por qué pasas tantas horas en la computadora?, ¿qué haces solo? agrandan la grieta.

La adicción a la pornografía puede producir escenas vergonzantes con consecuencias para la pareja y para la familia. También interfiere con la vida laboral por los problemas de concentración, por el declive en la productividad, por el cansancio físico y mental.

Newsweek señalaba a la pornografía por Internet como la causa de esta adicción, de la misma manera que señalaron al alcohol como la causa del alcoholismo durante años y las drogas de la drogadicción. La Ley Seca que impusieron no sólo no acabó con el alcoholismo, sino que el problema incrementó y fue acompañado por otros graves problemas de salud como la cirrosis por el contrabando de alcohol sin ningún control de calidad.

Las páginas pornográficas alimentan la dependencia, pero también se hacen estudios sobre el papel que juegan la insatisfacción sexual de muchas personas, la frustración, la ansiedad, los problemas sociales y la soledad, una de las epidemias psicosociales de la vida moderna.

La adicción a la pornografía supone sólo una forma de adicción sexual que acompaña otro tipo de comportamientos sociales de mayor gravedad para la salud y para la vida social y familiar cuando se producen contactos sexuales con desconocidos o que recurren a la prostitución.

Los contactos compulsivos con desconocidos disparan el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH, la sífilis, la gonorrea y otras. Muchas veces van acompañados de consumo de alcohol y de otras drogas. Esta montaña rusa acarrea endeudamientos, problemas financieros, la pérdida del trabajo y el distanciamiento de la familia.

Resulta llamativo que se han reportado muchos más casos de adictos varones al sexo que de mujeres. La página de ayuda Psychguides identifica causas genéticas, psicológicas y sociales para las adicciones al sexo. Hay personas con una “predisposición genética” a la inestabilidad emocional, a actitudes impulsivas o a comportamientos que buscan de forma constante sensaciones fuertes. También están la ansiedad y la depresión, algunos desequilibrios hormonales, sobre todo los relacionados con la testosterona y el estrógeno.

Se ha observado que muchas personas adictas al sexo han sufrido abusos sexuales en la infancia. Las adicciones van de la mano con experiencias traumáticas que no recibieron el tratamiento adecuado. En los casos de abusos sexuales, que se producen en su mayoría en el seno familiar, esto ocurre muchas veces por la vergüenza de las víctimas o por lealtades.

También influyen factores como el rechazo constante, las dificultades a la hora de crear y mantener vínculos sociales y afectivos, el aislamiento y la soledad no elegida. La sexualización que se observa en la publicidad, en los contenidos televisivos, en Internet y en las redes sociales coincide con una pérdida del erotismo, con una sensación extendida de soledad y con un aumento en la insatisfacción sexual. Quizá esta paradoja nos dé la llave que necesitamos para abordar y para resolver el problema.

  1. Carlos Miguelez Monroy es periodista y editor en el Centro de Colaboraciones Solidarias

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