Laura Fernández Palomo
Los bombardeos rusos que favorecen el avance del régimen de Bachar Al Asad en Siria no sólo bloquearon la salida política pretendida con Ginebra III sino que crearon una nueva crisis humanitaria.
Otra más, junto al millón de ciudadanos que sobreviven en ciudades asediadas, según recoge en un informe la ONG holandesa Pax y el centro The Syria Institute, con sede en EEUU, donde alertan que la situación en las áreas cercadas es peor de lo que describe la ONU.
Junto a los miles de prisioneros que, estima la última investigación de Naciones Unidas, han muerto del 20 de marzo de 2011 al 30 de noviembre de 2015, en crímenes clasificados como “exterminio”: golpeados hasta la muerte y en ejecuciones masivas, principalmente, en cárceles gubernamentales, pero también en prisiones clandestinas de grupos radicales o fuerzas rebeldes donde se condena a pena capital mediante “juicio ilegales” a soldados y civiles. Miles de arrestados permanecen en cárceles inaccesibles.
La crisis de estos días ha empujado a 40.000 personas de Alepo hacia la frontera turca, clausurada desde que la Unión Europea pidiera a Ankara que frenara el flujo de refugiados hacia los lindes comunitarios. En el sur, Médicos Sin Fronteras (MSF) advierte que los proyectiles y las batallas han forzado a 20.000 personas de Tafas a correr hacia Jordania. Pero en la huida, se han encontrado con las puertas cerradas.
El Gobierno del reino Hachemita alega razones de seguridad y el temor a la infiltración de milicianos del Estado Islámico (EI) para mantener sellada la frontera desde hace meses, donde se agolpan 20.000 hombres, mujeres, ancianos y niños en campamentos en territorio sirio. Naciones Unidas y Alemania, por su parte, insisten en que Turquía debe dejar pasar a los civiles que están escapando de la intensa ofensiva sobre Alepo, pero Ankara no parece dispuesta a asumir sola las consecuencias del éxodo, con 2,5 millones de refugiados sirios ya en el interior de sus fronteras. La canciller alemana, Ángela Merkel, de visita estos días por Turquía, no se resistió a recordar los 3000 millones de euros que le ha concedido la UE para contener la migración hacia Grecia. Turquía aceptó pero se guardó las espaldas imponiendo visado a los sirios provenientes de terceros países y controlando la entrada de refugiados desde Siria. Este martes, entraron solo los heridos.
La vigorosa arremetida militar del régimen, apoyada desde el aire por los cazas rusos y con milicianos iraníes y de Hezbolá en tierra, está forzando a los rebeldes a retroceder y marcando un nuevo rumbo en la guerra. Con un interrogante creciente para el próximo 25 de febrero, cuando estaba previsto que se retomaran las negociaciones en Ginebra, el tablero sirio sigue siendo un gran juego en el que Rusia y Al Asad aprovechan la tirada en el campo de batalla para forzar en una futura mesa de negociaciones.
¿Qué prefiere para Siria, el destino de Afganistán y sus burkas, el de Irak y Libia,,, quizás el de Palestina, país tan bien tratado por el humanismo de Occidente y su privilegiado aliado, Israel, remanso de derechos humanos? ¿Preferimos que vuelva a ser una colonia de Francia? ¿Mejor tomamos como ejemplo al Sahara y su excelsa democracia marroqui? ¿O la anexionamos a Turquia, democracia tan ejemplar como la anterior? ¿No, Arabia Saudita mejor? Ante tantas posibilidades mejor una nueva conferencia de Berlín que vuelva a repartirse África. Y una vez obtenida, un gran Guantánamo allí, para castigo de los malos.