El papa Francisco, en el saludo a los integrantes de la curia romana con motivo de la Navidad de 2016, advirtió que los cambios en las estructuras, reglamentos y órganos de gobierno de la Santa Sede y de la Iglesia Católica en general no deben ser entendidos como una suerte de maquillaje y mucho menos como una operación de cirugía plástica para eliminar las arrugas.
Papa FranciscoLa reforma -dijo- es ante todo una señal de vivacidad de la Iglesia en marcha, en peregrinación, viviente y añadió que es necesario reiterar con fuerza que la reforma no es un fin en sí mismo, sino un proceso de crecimiento y, sobre todo, de transformación, informa Andes.
Para el Papa, la reforma sólo será eficaz si se implementa con ‘hombres renovados y no simplemente con nuevos hombres’, pues ‘no basta contentarse con cambiar el personal, sino llevar a los miembros de la Curia a renovarse espiritual, humana y profesionalmente’.
Frente a la resistencia en procesos como éste, expresó que son normales y además saludables, pero alertó ante quienes quieren que todo cambie para que todo siga igual o los de ‘mentes torcidas’ que se muestran ‘cuando el demonio inspira malas intenciones, con frecuencia bajo la piel de oveja’.
A lo largo de su historia, la iglesia católica transitó por diferentes procesos de reforma. El último de ellos, en 1988 con la promulgación de la actual Constitución Apostólica, Pastor Bonus, durante el papado de Juan Pablo II. Apenas un mes después de tomar posesión el 13 de marzo de 2013, Francisco anunció la creación de un Consejo de Cardenales para asesorarlo en una nueva etapa de transformaciones.
Ese órgano consultivo es coordinado por el arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Rodríguez Madariaga e integrado además por otros ocho miembros, entre ellos el secretario de estado de la Santa Sede, Pietro Parolín.