El 26 de abril de 2017 se cumplieron ochenta años del bombardeo de la ciudad vascoespañola de Guernica, durante una guerra civil internacionalizada por la intervención de la Alemania nazi y de la Italia fascista, que precedió a la terrible II Guerra Mundial.
Durante estos ochenta años, 1937 – 2017, numerosos artistas, intelectuales y pueblos diversos se han hecho eco de aquella destrucción cada vez que una nueva tragedia ha asolado una parte del mundo mediterráneo.
Inspirada por la Primavera Árabe, la joven artista plástica franco-marroquí Nissrine Seffar, ha ido recogiendo huellas dolorosas por los países que bordean el Mediterráneo para crear una memoria de los lugares marcados para siempre por la tragedia. Así ha ido creando un universo pictórico que a través de distintas simbologías unen a todas las sociedades mediterráneas. Las huellas de Nissrine, a medio camino entre la exposición y la performance actúan como partes de un todo que cobran sentido a través de un hilo conductor que representa el sufrimiento humano.
Hace 80 años en la rue des Grands Augustins de París Picasso daba forma al famoso lienzo que plasma el horror de un bombardeo sobre una población civil. El año pasado Nissrine Seffar visitó Guernica e inspirada por las huellas recogidas de su suelo creó el lienzo principal de la exposición Guernica Huella que desde el 20 de abril al 20 de mayo puede verse junto a otros cuadros e instalaciones en la Galerie du 10 del Instituto Francés de Madrid.
Es un lienzo que tiene las mismas dimensiones que la obra de Picasso, que parte de las huellas recogidas del suelo, desde las raíces y meandros del árbol símbolo de su identidad. Los colores aplicados por capas, renacen desde los tonos ceniza del cuadro picassiano, en fuertes contrastes, claroscuros evocadores de sombras que danzan bajo los grandes robles en una tarde de primavera. Los triángulos oscuros, extraídos del cuadro del maestro, dotan a los colores luminosos de un ritmo lleno de armonía auténticamente musical. Los puntos geométricos y su ubicación, respetan los del formato original. Los materiales utilizados, yeso, madera quemada, alambre, pigmentos de colores, son en cierto modo un testimonio del pasado de ese lugar simbólico. Esos árboles de Guernica vendados, transmiten un mensaje de esperanza y de perdón. Esta huella del Guernica que tiene intención de representar su memoria, tiene algo de mágico.
Nissrine Seffar ha creado una serie de huellas mediterráneas a través de un recorrido que empezó en 2010, el año de las Primaveras Árabes. Así, cada una de sus obras está habitada por la memoria de esta mitad del mundo, alrededor de ese mar azul, en calma o enfurecido, ese mar poblado de mitos inmemoriales y de horrores del pasado y de un rabioso presente.
Antes de llegar a Guernica, Nissrine Seffar ha creado huellas del muelle del Éxodus en Sète, de Montecassino, Jerusalén, del Campo de Rivesaltes y otros lugares de la memoria de la tragedia. Como las partes de un todo que de momento culminan en esta huella de Guernica.