En un momento en que acaba de darse el pistoletazo de inicio de la campaña de las primaras socialistas de las que saldrá su próximo máximo dirigente, hombre o mujer, algunos nos preguntamos empleando aquel latinajo propio de una educación de antaño, en aquel latín que fuera idioma universal, hoy cuasi desaparecido: “Qvo vadis, PSOE”. Es decir, “¿Hacia dónde van los socialistas?”, a tenor de la que está cayendo.
Porque tras lo visto y oído en los últimos días, pareciera que las primarias socialistas se estuvieran convirtiendo, más que en una fiesta de la libertad democrática en la que sus militantes se permiten el lujo y el orgullo de poder elegir a quien va a ser su máximo dirigente, en una jaula de grillos donde, incluso antes de empezar la campaña oficialmente, ya se han oído palabras fuertes, descalificaciones gruesas que harían sonrojar no ya a políticos de otros ámbitos, sino a propios compañeros de viaje, de ilusiones, de credo político.
Probablemente el pasado día 1 de octubre debieron cometerse errores tanto por una como por otra parte, en los que tendrían su porción de responsabilidad tanto el dimitido secretario general, Pedro Sánchez, como los que condujeron la jornada a la formación de una comisión gestora. Pero lo que no se puede intentar es convertir la elección del día 21 en una segunda vuelta, en un ajuste de cuentas con el pasado, como algunos han intentado con mayor o menor disimulo desde el primer momento.
Estos días he oído a Rafael Simancas en un acto con militantes una frase que debería tenerse en cuenta, pues puede que sea el principio de la crónica de una muerte anunciada: “La elección de candidatos ha sido un acto administrativo, y nada más. Los tres candidatos han cumplido con los requisitos exigidos, pero algunos pareciera que han utilizado los avales para convertirlos en ejércitos que se aprestan a enfrentarse unos contra otros. Y si eso sucede, el día 21 tendremos un campo lleno de cadáveres, de uno y otro lado”. Muy duro, es cierto, y ojalá no tengamos ocasión de comprobarlo.
“Estas primarias son cosa de dos”, dicen algunos, sin darse cuenta, -o dándosela muy bien, y arrimando de paso el ascua a su sardina-. Con semejante aserto, creo que se yerra en dos cosas, por no llamar al hecho falta de respeto, que cabría perfectamente. Por una parte, los contendientes son tres, que sepamos, al haber cumplido éstos con los avales exigidos: Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López, por orden de avales conseguidos. Es cierto que los dos primeros han conseguido un número muy considerable de avales, y que probablemente entre ellos esté el elegido, o elegida. Pero eso no autoriza a nadie a ignorar a un tercero, que ciertamente concurre con muchos menos avales, pero en igualdad de condiciones.
Acerca del ya por algunos “desahuciado” Patxi López, he oído estos días diferentes teorías, a cual más peregrina: para unos, el vasco es simplemente una “liebre” que se pone para entretener la carrera. Para otro, es un “tapado” de Susana Díaz, en cuyos brazos caerá apenas suene la campana que certifique su kao. Pero hete aquí que de buenas a primeras, nos encontramos con que el candidato Pedro Sánchez le ofrece que se una a él, así, sin más ni más, ofrecimiento que ha sido rechazado por el invitado. Si partimos del hecho de que la unión hace la fuerza, quiere decir que tal hecho conllevaría el enfrentamiento con la otra candidata en liza, llamemos a las codas por su nombre.
Acerca de este ofrecimiento caben varias posibilidades: una de ellas puede ser que como compañero socialista Sánchez se la haya hecho con la mejor intención del mundo, pensando en que es lo mejor para un PSOE que intenta volver a dirigir, y quiere tener a Patxi a su lado. Pero otra posibilidad, puede ser, por peregrina que resulte, la de que, viendo los avales obtenidos por cada cual, no empezará a verle las orejas al lobo…
Lo cierto en torno a lo que está pasando, en contra de lo que algunos argumentan, es que estas primarias socialistas no son cosa de dos, ni siquiera de tres, sino que lo son de 187 360 militantes, mujeres y hombres que forman y conforman el PSOE, y que libremente van a elegir a su máximo cargo político el próximo día 21 de mayo. Ellos y ellas van a tener, con su voto libremente utilizado, la primera y última palabra, más allá de todo lo que se está montando en torno al tema. No creo tampoco en esa teoría de las “bases” contra el “aparato” por respeto a todo el mundo y porque nadie, a estas alturas se va a dejar intimidar. Con semejante teoría habrá que admitir, visto lo visto, que el PSOE tiene 60 000 “aparatakik”
Ha comenzado hoy la campaña de las primarias socialistas, y ateniéndonos a los medios de comunicación parece ser que el país está pendiente de lo que pueda pasar, ya que de una forma o de otra el resultado repercutirá en el devenir político de los próximos años. Algo lógico por otra parte, tratándose de un veterano partido que ha gobernado en España en diferentes etapas de su existencia, y que puede volver a hacerlo. Pero precisamente también han aparecido hoy en diferentes medios dos noticias que debieran ser tenidas en cuenta de cara a las urnas del día 21 de mayo, porque es mucho lo que se juegan. Unos y otros.
La primera es que según los datos dados a conocer hoy por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PSOE vuelve a subir en intención de voto, situándose de nuevo en segundo lugar y desplazando a Podemos hacia el tercero. Si eso sucede con una gestora en función de interinidad, cabe pensar que un partido unido y cohesionado puede y debe aspirar a más. La segunda noticia, por el contrario, es completamente diferente: el que fuera primer ministro de Francia con un gobierno socialista, Manuel Valls, acaba de decir que el Partido Socialista francés está muerto, pasándose de paso a las filas del triunfante Macron. Junto a ello, también ha manifestado que los partidos clásicos están moribundos…
A este lado de los pirineos, por el contrario, algunos no creemos que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) esté ni muerto ni moribundo, sino falto de miras. Pero lo que resultaría más terrible de todo es que, debido a un enfrentamiento fratricida del que ya vamos conociendo algunas escaramuzas, los socialistas españoles se encaminaran hacia un harakiri colectivo, suicida. Debieran tener presente que después de la batalla lo único que cuenta, y se cuentan, son los cadáveres, y que ya no hay posibilidad de marcha atrás…