Podría parecer que una serie fotográfica dedicada a la industria de la construcción tendría que estar realizada desde un punto de vista utilitarista, aquel en el que la estética tiene que estar subordinada a la información. En el caso de esta serie de Carlos Rodríguez, que se presenta en el Centro de Arte Tomás y Valiente (CEART) de Fuenlabrada (Madrid) bajo el título de “Silence and conclusions”, el resultado es sin embargo de una belleza conmovedora.
Carlos Rodríguez consigue transformar los edificios y los espacios en construcción en fotografías artísticas de una calidad extraordinaria. Tal vez el valor más destacado de esta serie sea la utilización de la luz para conseguir atmósferas entre misteriosas e inquietantes en espacios vacíos y en lugares de trabajo. No hay apenas presencia del ser humano en estas fotografías, a veces algún obrero que hace tareas en solitario, pero sí está en todas ellas la huella del hombre en escenarios en los que el tiempo está detenido y su ausencia se hace más evidente.
Las fotografías de “Silence and conclusions”, de gran formato (1 x 1.50 m) remiten a una estética pictórica que se mueve entre el hiperrealismo y la abstracción. Las composiciones, dominadas siempre por el protagonismo de la luz en diferentes momentos del día, luz que se cuela por las ventanas o que procede del foco de una soldadura en la que trabaja un obrero, están sometidas a aquel “momento preciso” del que hablaba Cartier-Bresson. Son el elemento que configura el resultado final de un trabajo que se enmarca en un género más próximo a la creación artística que a aquella serie documental conseguida por el fotógrafo Lewis Hine durante la construcción del Empire State, un trabajo que recuerda a este de Carlos Rodríguez, cuyas fotografías fueron tomadas durante la rehabilitación y construcción de grandes edificios de Madrid y México D.F.
El éxito de esta misma exposición en el Museo de Arte e Historia de la ciudad rusa de Chelyabinsk es un antecedente fiel de la acogida que la serie, más reducida en esta exposición de Madrid, está teniendo por aficionados y profesionales.
Su indudable calidad y la originalidad de sus planteamientos abren expectativas a la proyección internacional de la obra de Carlos Rodríguez, un experimentado fotógrafo que culmina aquí una trayectoria profesional que conoció importantes trabajos en géneros tan diversos como la arquitectura, el automovilismo o el paisaje.
Su libro “Galicia. Instante eterno” (1995) es todavía hoy uno de los mejores documentos de la historia de nuestra fotografía para conocer la belleza de los lugares más conocidos y también los más ignotos de esta tierra.