En un momento en que acabamos de celebrar el 40 aniversario de la primera vez que votamos en España, aquella ya lejana fecha de junio de 1977 en la que comenzó a tomar cuerpo la conocida como Transición, deseo contribuir con mi granito de papel escrito y manchado de humor a dar a conocer lo que fueron aquellos años y los venideros, que fueron ricos en todo tipo de historias, anécdotas y trapos de varios lavados.
Haciéndolo desde la óptica del humor, mi herramienta de trabajo durante tantos años, porque pienso que además de discutir, reñir, dormitar, mirar a los móviles y leer la prensa, también deberíamos intentar reírnos un poco, porque el Parlamento no fue, ni debe ser, un andamio. Sin necesidad de desencajarse la mandíbula, convengamos que una sonrisa de vez en cuando siempre será preferible a esas caras de palo que se gastan algunos políticos, esas miradas de soslayo, ese colmillo retorcido que asoma, de vez en cuando, entre el personal.
Y qué cosa mejor cosa que recordar con humor aquella época política que se llamó Transición, en la que también existían políticos de todo pelaje y condición, si bien por entonces se llevaba más la pana, los pelos largos, barbas hasta el ombligo e incluso, las corbatas chillonas y algunas faldas que parecían batas de boatiné. Una Transición de la que hoy somos herederos, aunque algunos no lo crean, porque incluso no habían nacido. Pero existir existió, como los reyes godos, los reyes católicos o ya puestos los reyes magos.
Va a ser esta una pequeña lección de Historia semanal, de nuestra historia llamada Transición, con unos personajes que algunos recordarán y a los que otros les verán la jeta por primera vez: políticos principalmente, pero también deportistas, cantantes, artistas de todo registro, extranjeros con sus rarezas y gentes del más diverso pelaje. Cocidos en su salsa, con cuarto y mitad de humor, un poco de pimienta moscada y algo de mala leche. El menú está servido. Aprendamos de la Historia, que siempre queda algo.