Estos complementos han ido evolucionando en relación a su diseño, materiales y significado hasta convertirse incluso en linternas que brillan en la oscuridad
Los pendientes, también conocidos como aretes, zarcillos o aros, han ido evolucionando a lo largo de los siglos hasta llegar a lo que son hoy en día: complementos indispensables en la indumentaria de mujeres y de muchos hombres. La historia de la humanidad cuenta con representaciones de estos elementos utilizados por mujeres y hombres de distintos estratos sociales y orígenes culturales diversos.
Su origen se remonta a la era paleolítica, data en la que se han podido encontrar varias representaciones en distintos materiales como piedra, barro o huesos de animales. Independientemente de si se utilizaron en las orejas o en otras zonas del cuerpo como la nariz, los aretes han ido evolucionando de manera sustancial otorgándoles un significado concreto dependiendo de la época en la que se utilizasen.
Si nos remontamos a los años III y II a.C. ya podemos encontrar varias representaciones de aretes más intrincados hechos con oro, plata y piedras preciosas y elaborados por sumerios, babilonios y asirios. Por su parte los romanos dejaron también su huella en el uso de los pendientes, así como los griegos, quienes utilizaron técnicas más refinadas y elegantes para crear aros con discos y rosetas de filigrana, tal y como explica el maestro joyero Fran Castmay en su blog.
Durante todos estos años se han podido observar como los pendientes han ido cambiando también su uso. En la época medieval por ejemplo los pendientes eran exclusivos mayoritariamente de familias pudientes quienes demostraban su nivel de riqueza exhibiéndolos en fiestas las aurículas de sus hijas casaderas. Hoy en día éstos no se limitan a un estrato social sino que son complementos que bien pueden ser utilizados por todos en el mundo occidental. Pudiendo encontrarse a precios cercanos al euro y llegando a pagar por ellos cantidades inimaginables dependiendo del material empleado y el uso o no de piedras preciosas en su diseño además de la reputación del joyero que los diseñe.
Los aretes de hoy en día no se sitúan únicamente en el lóbulo de las orejas sino que es también factible encontrarlos en otras zonas más rígidas y zonas cartilaginosas como la nariz, dando lugar a los conocidos como piercings. Con lo cual el pendiente deja de ser un complemento exclusivo de las orejas para poder encontrarlos en zonas tan extrañas y poco usuales como en genitales, brazos y el cuello.
Este avance en el desarrollo de los pendientes ha dado lugar a representaciones tan histriónicas como aretes que brillan en la oscuridad, pendientes con escudos de equipos de fútbol e incluso aros que pesan tanto que son capaces de deformar el agujero del lóbulo por el que cuelgan. Los pendientes también han sido elementos característicos de modas como la hippie, de la que se crearon los característicos aros diseñados con el símbolo de la paz o la reciente moda de las adolescentes «posh» de mitad de la primera década del siglo XXI, quienes utilizaban collares y pendientes en forma de perla para complementar sus outfits que se caracterizaban por llevar en un tamaño extremadamente grande el logo de la marca de ropa que portaban.
Los maestros joyeros de este siglo abogan por la creación de diseños exclusivos que se adapten a las tendencias de moda que se van introduciendo a lo largo de los años, aunque suelen coincidir en que al fin y al cabo si alguien quiere tener un pendiente único y exclusivo es tan fácil como ponerse en manos de un joyero capaz de interpretar sus ideas y representarlas.
