La cerveza lleva consumiéndose cerca de 6.000 años y tiene su origen en la antigua Sumeria. Los vestigios encontrados en España datan del año 3.000 A.C, en la cueva de Can Sadurní cerca de Barcelona. Es rica en antioxidantes y posee maltodextrinas que favorecen la recuperación de agua tras sudar mucho, padecer calor, o hacer deporte al aire libre. Si hablamos de bebidas populares, España está a la cabeza de la ingesta de cerveza junto con Bélgica y Alemania; países que nos superan porque lo ingieren todo el año. Lúpulo, agua y cebada; con alcohol o sin él.
Investigaciones recientes han advertido los beneficios para la salud de la ingesta de cerveza. Es conveniente ingerirla sin alcohol para que estas razones sean válidas. Según un estudio realizado en Finlandia, la cerveza conserva los riñones sanos y reduce en un 40 % el riesgo de desarrollar cálculos renales.
Asimismo es buena para la digestión ya que contiene fibra soluble importante para el tránsito intestinal de forma que evita el estreñimiento; mejor si la cerveza es negra. El colesterol malo se mantiene a raya y reduce los niveles de LDL. En relación a la ingesta de vitaminas, la cerveza es rica en las del grupo B (B1, B2, B6 y B12). En el estudio se ha comprobado que los bebedores de cerveza tienen niveles de B6 un 30 % más que sus homólogos que no beben ceveza y dos veces más que los que beben vino. Al tener B12 tenemos nulas probabilidades de padecer anemia ya que es una vitamina que está en pocos alimentos y es muy necesaria.
Los elevados niveles de silicio de la cerveza, reflejan que son buenos para la densidad mineral ósea así como para el insomnio ya que contiene ácido nicotínico y lactoflavina, ambos conocidos por favorecer el sueño. Por otro lado, vemos que la cerveza mejora la memoria y existe un menor riesgo de sufrir demencias frente a las personas que nunca beben cerveza. El consumo moderado y regular de cerveza, podría ejercer un efecto protector en la aparición y progresión de la aterosclerosis, así como sobre distintos factores de riesgo cardiovascular.
Si por ejemplo marinamos la carne con cerveza, se eliminan casi el 70 % de los agentes carcinógenos llamados aminas heterocíclicas (HCA) que se producen cuando se frie la carne. Si padecemos diabetes, la cerveza con alcohol, aumenta la sensibilidad a la insulina lo que ayuda a proteger contra la diabetes y también es buena para mantener una tensión estable con lo cual evitaremos microinfartos y disminuirán las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o la diabetes; es decir, una bebida fermentada ciertamente saludable para acompañar las comidas.
Las personas que ingieren cerveza regularmente, ya sea moderadamente con alcohol, o sin él tendrán una vida más larga y podrán presumir de tener una salud buena en general. Todo con moderación, no lo olviden. Los consumidores de cerveza pueden estar tranquilos ya que el 90 % es agua y no es culpable de su obesidad; es decir, el porcentaje de calorías ingerido 45 kcl/100ml o 17 kcal/100 en el caso de la «sin»; no es el detonante de su gordura; los aperitivos que la acompañan, probablemente sí.