Algunos periodistas de antaño solemos dedicar parte del verano a tejer y destejer, en este caso tirar o repasar, los papeles que escribimos durante nuestra larga vida profesional, en una especie de ir y venir por el tiempo en un viaje a alguna parte… En estas estaba en agosto cuando me di de bruces con un artículo que escribí hace ahora quince años, concretamente en octubre del año 2001. Se titulaba “Quince años tiene mi amor”, en el que me hacía eco del cumpleaños de mi hija, al tiempo que de otras chicas de semejante edad que eran a la sazón compañeras de instituto.
Lógicamente aquellas jovencitas han cumplido ya treinta años, se han convertido en adultas mujeres y han seguido diferentes caminos en la vida, mientras la mayoría de los profesores que impartieron la formación se han jubilado. En este sentido, y a modo de lección de historia, he decidido reproducir lo que escribí hace ahora quince años, tras lo cual haré un breve comentario sobre cómo les ha ido en la vida a aquellas jovencitas, hoy mujeres que ocupan diferentes profesiones en el mundo laboral. El texto de 1981, resumido, era el siguiente:
“Quince años tiene mi amor… Era éste el título de una canción con la que nos alegrábamos la juventud de aquellos ya lejanos años sesenta o setenta, ya que ‘Quince años tiene mi amor’ fue el grito de guerra de un par de jóvenes madrileños conocidos como el Dúo Dinámico que marcó a la juventud de toda una época. Aquel dueto musical, capaz de flagelarnos con ripios como ‘Te perdí por culpa de un amor’ ha dejado paso a otro de última hornada llamado Estopa, que no se anda con chiquitas, por lo que van directamente al grano con letras tan poéticas como “por la raja de tu falda yo me di un piñazo con un Seat Panda’…
Viene el introito al caso porque ahora, en estos días, ha cumplido quince años mi hija Paloma, y junto a ella los cumplen también por estas fechas otras tantas chicas que pueden responder a nombres como Zaida, Graciela, María, Enara, Samira, Lorena y tantas otras, vivientes hoy en su eterna juventud. Ellas son, junto a los chicos, la nueva generación de españoles que conformarán la sociedad del recientemente entrado siglo XXI. Están en los institutos y mañana irán a la universidad, o harán formación profesional, tan denostada como necesaria en un país tan falto de ella.
Lo importante es que sean personas respetuosas con unas normas de convivencia democrática. Un respeto que comienza con el día a día, en un momento en el que según algún estudio publicado sobre la enseñanza, la convivencia en los centros comienza a hacerse imposible, por lo que algunos profesores amenazan con abandonar. Pero lo que resulta más preocupante de esta situación es que gran parte de la responsabilidad corresponde a los padres, esos para los que al parecer está permitido todo en aras de una libertad en la que todo vale.
Quince años tiene mi amor, nuestros jóvenes amores, y toda una vida por delante, en esta parte del mundo que les ha tocado nacer. Una sociedad que tiene sus fallos, como pagar menos a una mujer en el trabajo por el hecho de serlo, o la discriminación laboral por razón de sexo, y tantas otras, pero una sociedad también en la que hoy las mujeres ya son mayoría en la universidad, dirigen ministerios, encabezan alcaldías. Una juventud esta, la de los quince años de hoy, que sin duda va a marcar toda una época, porque a buen seguro que van a ser capaces de salir adelante contra viento y marea y un día, hoy muy lejano, también ellas, ellos, escribirán algo sobre sus amores de los quince años…”.
Han pasado quince años del texto que antecede, escrito, como digo, en 2001, y hoy aquellas otrora jovencitas se han hecho mujeres, están inmersas en el mundo laboral y, a tenor de los resultados que me llegan vía filial, la cosecha resulta cuando menos extraordinaria, algo que siempre habrá que agradecer en gran parte al profesorado, hombres y mujeres que trabajaron y trabajan en el campo de la enseñanza, esa columna vertebral tan necesaria de tener en cuenta en cualquier país que se precie.
De esta manera, Zaida hizo Magisterio, ejerciendo hoy en la enseñanza; Lorena tuvo la mala suerte de que una noche de infausto recuerdo la carretera segara su vida, una primavera llamada 27 años; Enara hizo Físicas, mientras Samira ejerce de enfermera, al tiempo que María cursó Económicas, trabajando actualmente en el sector bancario. Por lo que respecta a mi hija, Paloma, se licenció en Filología Inglesa, habiendo ejercido como profesora en Alemania y Reino Unido, haciéndolo actualmente en un instituto de Madrid.
Lo que más me ha llamado la atención es el caso de Graciela, aquella otrora niña que ya despuntaba en el Colegio Público Tierno Galván, del madrileño pueblo de Tres Cantos. Y ello porque la susodicha, después de haber hecho Farmacia, se ha doctorado en esa disciplina, siendo hoy por tanto la doctora Graciela Cascio. Si a eso añadimos que ha sido contratada recientemente por una empresa norteamericana del sector situada en Nueva York, tendremos una radiografía aproximada del camino recorrido.
Este ha sido el devenir de estas chicas, ayer niñas y hoy mujeres que con su esfuerzo se han abierto camino en las distintas profesiones, porque lo cierto es que nadie les ha regalado nada.
Quince años separan la primera y segunda parte de este escrito, un texto que comenzó a tomar cuerpo en 2001 y ha tenido su continuación en 2017. Sirva como muestra de respeto al esfuerzo de unas jóvenes, al tiempo que al mérito de sus enseñantes. Es posible que dentro de otros quince años, allá por 2032, y si el cuerpo aguanta, vuelva a escribir algo sobre el tema, contando cómo les ha ido.