Cobarde, he tenido que asimilar que ya no estás entre nosotros. Tu humanidad ha estado por encima del chiste de la vida; ese que creemos que nos va a hacer reír y en un día, el que menos pensamos, va y se presenta para llevarnos. Ha sido un once del once; quizá para que no te olvidemos porque, ¿Cómorrrrr?, «No te digo trigo por no llamarte Rodrigo», «Hasta luego Lucas»; «Una guarrería española», «¡Ay, pecador de la pradera!»…
Tu estilo que además de único, vertebraba la verdadera naturalidad de tu propio personaje. Eras así; humilde, bueno y generoso. El personaje de Chiquito, no el tuyo, Gregorio. De los tablaos de mala muerte, a la pequeña pantalla en donde encontraste ya en la senectud, la gloria en vida; por la gloria de tu madre… ¿o no fue así? Han sido tus palabras; esos dichos campechanos los que han advertido que el castellano está más vivo que nunca. Y ya está en el lenguaje de la calle para siempre ese ¿comorrr? Así es, amigo. Te has marchado de este lugar y no tiene ni puta gracia siguiendo con el chiste así, sin más; Gregorio, querido Gregorio, ¡nos has enseñado tanto en tan poco!
Y ha sido Campofrío el que se ha atrevido a preguntarle a Su Majestad el Rey si es posible que Te nombre Conde Mor. Es una pequeña localidad de Galicia y sería tuya; serías ese que tanto nombrabas y que de nuevo quede para siempre. Si ya acerca de la navidad nos ponemos con los pelos de punta; un mes antes te vas y nos dejas compuestos y sin novio; ¡no sé qué decirte hijo mío!
¡A lo mehó ahí estás mejor que aquí, pero no hacía falta que te fueras tan rapido, mi arma!
Pepita, ¿qué vas a hacer querida? Has acompañado a Gregorio entre chiste y chiste, entre actuación y actuación, en la vida durante tres décadas. Cobarde, pecador de la pradera, ¿qué podemos hacer ahora por ella? Tu puesta en escena; tus pantalones de campana, ese peinao pa atrás, hacía de tu propio personaje un hombre único y Pepita detrás, siempre detrás de la cámara, del tablao, del escenario, de tu propia vida.
Tomas Summers fue tu descubridor y aunque hubo algún sujeto que no te encajaba en la televisión española, puedes decir ahora, hoy, en estos días de vino y rosas que has sido una estrella que ha brillado con luz propia. Un malagueño con quien podías morir o llorar de risa; un espectáculo a la carta, surrealista y real a la vez. De ahí el cine y luego los shows. Has unido a esta España invertebrada que ahora tiene muchas naciones y solamente es una. Nos reímos juntos, hablamos de las mismas idioteces y nos identificamos con los supuestos que tú nos ponías encima de la mesa. Es igual que seas extremeño o gallego, catalán o aragonés de pura cepa; si yo te digo Trigo por no llamarte Rodrigo sabes que tienes la risa garantizada. Gregorio Esteban Sánchez Fernández; vamos, más español que el jamón. No sé cómo se despide uno en estos casos querido Conde Mor, no sé si hasta luego Lucas te sonará; yo creo que mejor te digo, hasta siempre que también es muy español.
Gracias por dejarnos tu legado en forma de sonrisa. Ahora te toca a ti hacerlo ahí arriba, ¡Al ataquerrrrr!