Quienes vivimos en los años 80 vimos cómo muchas personas de nuestro alrededor murieron por inyectarse heroína. Luego vino fumarla, y más tarde inhalarla. El famollo «caballo» vuelve y por tanto; regresan las jeringuillas y los adictos a todo, incluso a esto, a la terrible heroína que mata cuando llega.
La heroína es un producto semisintético derivado de la morfina que no se utiliza con fines médicos. El mercado siempre es ilegal y actualmente existen dos tipos; la blanca de mayor pureza y la marrón, tóxica y de menor calidad. Los efectos inmediatos que produce hace que pasemos a la llamada «luna de miel» tras habernos producido un «flash»; una sensación única de placer intenso. Después llega la calma y una cierta euforia que nos hace reírnos y no sentir tristeza ni dolor. Tras dos o tres horas de felicidad volvemos a nuestra realidad y tenemos síntomas de enlentecimiento del ritmo respiratorio, sequedad en la boca, o depresion respiratoria aguda en casos extremos que puede conducir a la muerte.
Una vez que ingerimos heroína queremos más y los síntomas también tras el momento de placer son muy agudos: dependencia, intolerancia, alteraciones psicológicas, egocentrismo, trastornos de la atención, de la memoria, del sueño, de la menstruación, apatía, estreñimiento, adelgazamiento, etc. Los llamados politoxicómanos no tienen miedo a empezar con heroína y ya se sabe que hay un repunte en España. El consumidor medio fuma porros durante la semana y entre el viernes y el domingo, ingiere cocaína, pastillas y heroína.
Los comienzos suelen venir con la ketamina inhalada, más tarde, inyectada y como ya no nos dice nada, probamos lo que ahora se llama «rebujito», la mezcla de cocaína y heroína.
Ya no hablamos de yonquis. Los consumidores pasan a ser personas trabajadoras, con cierto poder adquisitivo, mayores de treinta años y ejecutivos estresados. Amas de casa que se quieren relajar o directivas que no pueden pasar sin tomar algo y mezclan alcohol, ansiolíticos y drogas. Esos son los comienzos pero siempre se quiere más.
La heroína vuelve a España y lo hace para quedarse. Desde Colombia, Pakistán o Ucrania pasando por Rusia, Holanda y Bélgica. Son portes pagados, nada de tráfico que se nota y llega a los llamados narcopisos en forma de paquete ordinario. Es barata, diez euros, llega de forma fácil y lo que es peor de todo, nadie tiene miedo a morir por el «caballo». La temida droga que mató a mucha gente de una generación cabalga entre la clase media como forma de evasión.
El problema no es que haya llegado. Como siempre sucede en estos casos, el problema radica en el consumo. ¿Quién lo hace? ¿por qué lo hace? ¿para qué lo hace? Hay un punto de no retorno del adicto que confiesa que lo controla. Es mayor, sabe lo que quiere y le divierte. Lo malo también es que ya no es joven, debe saber que la salud ya no es la misma y que siempre suele estar adulterada. Podríamos preguntarnos si salir y divertirnos es sinónimo de matarnos poco a poco con los nuevos «rebujitos». Lo es; lo peor de todo es que nos justificamos. «Me tengo que evadir; algo tengo que hacer; trabajo mucho; me divierto pero lo controlo, yo siempre controlo» dicen los que ingieren droga en fines de semana.
Como toda droga aunque sea ingerida solo dos días a la semana luego se tiene el llamado «craving»; un deseo de consumo que le produce al enganchado mucha ansiedad y la búsqueda de la droga como sea. Se pueden padecer oleadas de frío o calor, anorexia, irritabilidad, dolor abdominal, alteración del pulso, midriasis, sudoración, entre otros síntomas. Es muy adictiva y no se nota cuando se pasa de «controlar» lo que tomo a desear tomarlo a toda costa. Todas las drogas son malas para la salud; todas, dejan huella; la heroína, no. La heroína arrasa con la salud y luego con la persona. Ha vuelto. La información es muy importante a la hora de tomar la decisión de probarla con las demás. No es una broma y puede costarnos la vida. La papelina de cocaína y heroína ha cambiado el perfil del traficante. Es una oportunidad de negocio para los que consideran que será el futuro de las drogas al año próximo. Si nota algún cambio en su entorno con algún familiar, pregúntese si es posible que esté tomando drogas.