Para cumplir con su cita anual con los espectadores, Woody Allen (“Manhattan”, “Hannah y sus hermanas”, “Midnight Paris”, “Blue Jasmine”, “Café Society”), ha elegido para su largometraje número cuarenta y nueve una historia de pasiones desenfrenadas, violencia e infidelidad, con cuatro personajes cuyas vidas se cruzan en la marea y la música estridente del parque de atracciones de Coney Island, en los años ’50 del siglo XX.

Y pese a todo esto, pese a la calidad interpretativa y a ser visualmente magnífico, pese a tener un encantador ambiente de “blues de posguerra” (la Segunda, claro), pese a estar dirigida por Woody Allen, uno de mis cineastas favoritos, debo decir que “Wonder Wheel” me ha decepcionado (como me decepcionó su anterior serie de ciudades) porque me ha parecido que no tenía nada que decir y está “cumpliendo”. Con Woody Allen es siempre igual, a veces te entusiasma y otras le detestas.
El triángulo amoroso de esta historia llorona y previsible –que cuenta todos los tics del autor: amores imposibles, infidelidad, deseo, pasión, depresión… y que podría haber sido una producción teatral a caballo entre Tennessee Williams y Eugene O’Neill– es muy aburrido, y el resultado una película que carece de interés.


