De entre todos los tópicos que escuchamos estos días hay uno que lo escucharán una y otra vez; ¡cómo se nota que ya no tengo 20 años, me dura la resaca tres días!
Ciertamente, podría ser verdad pero no lo es. Nuestra percepción de la resaca cambia con la edad, pero es justamente al revés. Los chicos que beben sin tino en la segunda década de la vida les afecta mucho más porque no metabolizan el alcohol. En la primera década de la vida, el alcohol dinamita el efecto placebo y la caída también es mucho más brusca. Es normal ver a chavales de doce o quince años saltar hasta el amanecer pero luego vomitar durante horas porque no pueden con tanto alcohol. Es real que pueden beber más cantidad de alcohol, pero la resaca es la misma.
Si bien es cierto que conforme van pasando los años no se bebe solo el fin de semana, sino casi todos los días en dosis altas, la metabolización del alcohol es bastante más lenta y por ello notamos que, si nos pasamos un poco un día, nos sentimos realmente mal. En los adultos influye también la grasa, ya que ésta, al no absorber el alcohol, hace que no se diluya y notemos más los efectos negativos. En mujeres, la metabolización del alcohol es bastante peor por la ausencia de una determinada enzima en el estómago.
La percepción de la resaca llegados a la treintena es ostensiblemente peor porque tenemos niños pequeños, obligaciones y, normalmente, no tenemos todo el día para recuperarnos, como solía pasar cuando salíamos de fiesta de jóvenes. Esa es una de las razones, aunque sigamos idealizando la juventud como la capacidad de beber sin efectos; cosa que no es cierta. Mezclar alcohol es bastante normal llegados a la nochevieja y decir que te han dado garrafón y por eso te ha sentado mal, es otro clásico. Ciertamente, el alcohol es el mismo alcohol, alcohol etílico y aunque la destilación puede no ser muy buena, y además del alcohol incuye metanol, la resaca es la misma porque se cuenta lo que se bebe, no cómo ni de qué calidad es.
Los daños de la resaca son inmediatos desde que se comienza a ingerir alcohol, porque en primer lugar se altera el sistema digestivo; de ahí las náuseas; luego no se metaboliza bien la molécula de etanol (alcohol), primero porque se convierte el etanol en acetaldeído y luego porque se transforma en acetato. Si bien estos pasos son muy rápidos, la toxicidad para el cuerpo es muy elevada. Algunas personas notan que tienen más problemas que otras; esto depende de la variaciones genéticas de la enzima que regula la segunda transformación.
El organismo es un mundo y no todos las personas se recuperan igual. La hidratación con agua y zumos naturales, siempre y cuando no existan las náuseas, puede servir de ayuda pero nada mejor que dejar reposar al cuerpo en ayunas. Cuando se vaya encontrando mejor, puede tomar proteínas y algún hidrato de carbono, y si hay dolor de cabeza, un analgésico.
Lo único que tenemos que tener claro es que el alcohol daña el hígado, el páncreas, el cerebro y el corazón. Siempre, a todo el mundo, a cualquier edad y no es la resaca la que tiene la culpa de todo; es el alcohol ingerido siempre.
Otra cosa que tenemos que tener clara es que una copa de vino no es sana para la salud. Es mejor andar 30 minutos que tomar una copa de vino, porque los beneficios cardiovasculares se consiguen con movimiento no con alcohol, y en cuanto al resveratrol y otros antioxidantes, podemos tomar uvas, uvas pasas y no ingerir alcohol justificando que nos queremos mantener jóvenes por más tiempo.
Retrasar el consumo del alcohol es lo mejor, no beber nunca un ideal, y afrontar que se bebe y ser consciente de ello, es lo mejor para justificar un posterior estado de salud que años después será consecuencia de haber bebido mucho, siempre y durante muchas décadas. El potencial tóxico está ahí, y nunca tenemos que justificar el porqué, porque ya sabemos que es porque nos apetece entonces, hay que ser consecuente y no echarle la culpa al empedrado…