Hablamos de cáncer y ya no hablamos de muerte; o sí. Quizá hablamos de lucha y de tener fuerza; una fuerza que sale de las entrañas porque todo lo que tenías por hacer; todo lo que antaño fue importante, desaparece para dar paso a la realidad. A esa oferta que te muestra la vida que no es parecer más joven ni comprarte un coche nuevo; solamente te pregunta si estás dispuesto a seguir aquí.
Hablamos de prevención y quizá no sabemos que hasta en un 50 %, los responsables de esa palabra somos nosotros; obesidad, diabetes, beber alcohol o fumar sin tino, pueden ser los que desencadenen que aparezca la enfermedad llegada la tercera década de la vida, la cuarta, la quinta…pero nunca hablamos de preverlo, de prevenirlo, de no apostar por una vida llena de grasa, tabaco u otras delicias que nos van matando poco a poco.
La batalla contra el cáncer no sabe de dinero, ni de raza, ni de profesión. Ataca a niños, a adolescentes, a mujeres, a hombres, a ancianos. Todos en algún momento hemos sido espectadores del cáncer o hemos apostado por él; porque la lucha empieza por la familia que junta, afronta el devenir con esperanza. La supervivencia cada vez es mayor pero la suerte y el diagnóstico temprano hacen el resto. El resto de lo que queda por vivir es pensar que hoy me he librado pero quizá mañana no. No todo sale bien; no siempre voy a seguir aquí, sin dolor, sin miedos, sin saber que lo que tengo se cura o no. No hay que esperar para vivir tras un cáncer. Quizá tendríamos que pensar que la vida es caprichosa, necesariamente dura y contradictoria y en ese afán, tenemos que pensar que es una joya cada minuto; que todo se acaba tarde o temprano y todo tiende a salir bien hasta que un día sale mal.
A todas las personas que se fueron hablando de lucha y de esperanza; a todas las que no pudieron optar por la vida porque se marcharon a vivir la siguiente; a todos los que con su ejemplo, nos enseñaron lo que es verdaderamente importante. Todos vosotros sois una forma de vida; esa que aquí, cuando todo va bien ni siquiera nos paramos a pensar. La vida es un regalo y cada minuto que perdemos, perdemos la esperanza de saber que ese, al menos ese, no volverá.
En este día también contradictorio en el que todos pensamos en aquel ser querido que se marchó; en aquella persona que hoy no puede quejarse de la vida; os deseo un minuto de paz y que la vida de nuevo os muestre su lado bueno; el lado que todos querríamos asir para considerarnos mejores personas. Dejemos de perder el tiempo porque como bien sabéis; el día de hoy no vuelve. A todas las personas que nos precedieron; ¡gracias! Gracias por enseñarnos verdaderamente lo que es importante; solo quizá, el amor de las personas que te quieren; las que se quedan a tu lado en la larga lucha; y las que sin dudarlo, te acompañan para siempre con tu recuerdo sean también vuestra memoria.
A vosotros. A todos los que un día, el cáncer no os permitió volver a ver la vida.
A mi padre, a mi amigo, a mi amiga…¡gracias!