Un equipo internacional de científicos han descubierto que el consumo prolongado de aceite de girasol o de pescado produce alteraciones hepáticas en ratas lo que supone que puede desencadenar una esteatohepatitis no alcohólica (EHNA).
Esta enfermedad que produce la acumulación de grasa en el hígado es letal en muchos casos. Por otro lado, en la misma averiguación, los investigadores concluyeron que el aceite de oliva virgen fue la grasa que mejor preserva el hígado a lo largo de la vida.
El trabajo ha sido publicado en el Journal of Nutritional Biochemistry y analiza cómo las ratas empeoran su salud por la grasa ingerida y su hígado queda dañado.
La conclusión a la que llegó el principal autor de la investigación, José Luis Quiles, fue que “a medida que se envejece la grasa se va acumulado en el hígado, pero lo más llamativo es que el tipo de grasa que se acumula es diferente según la alimentación. Esto hace que, a pesar de ese acúmulo, unos hígados lleguen a la vejez más sanos que otros y con una mayor o menor predisposición a sufrir ciertas patologías”.
En la investigación se estudiaron las tres grasas; oliva, girasol y pescado y se comprobó que el aceite de girasol indujo a alteraciones estructurales y fibrosis; el aceite de pescado redujo la actividad de la cadena de transporte electrónico mitocondrial y alteró la longitud relativa de los telómeros (extremos de los cromosomas) y el de oliva que era el que mantenía sanos a los roedores.