Dentro de los que se contemplan como trastornos mentales, se encuentra uno que pertenece a la era de los videojuegos. Según la Organización Mundial de la Salud, en la lista de enfermedades mentales recogida en el DSM, existe ahora ese que se incluye como comportamiento adictivo en torno a los videojuegos, tanto online como offline.
Los pacientes llegan a no tener control sobre el juego; tanto en cuanto a la frecuencia, intensidad, duración y habilidad para decidir cuándo empieza o cuándo se acaba de jugar.
Asimismo, procuran tener un incremento en la prioridad que se le da al juego, hasta el punto de anteponerlo a otros intereses de la vida o de las actividades diarias. Y, por último lugar, los usuarios llegan a aumentar el tiempo dedicado al videojuego a pesar de las consecuencias negativas que esté provocando en su vida cotidiana.
Este patrón de comportamiento es lo suficientemente severo como para provocar discapacidad en las funciones personales, familiares, sociales, educacionales, ocupacionales y de otras áreas importantes. Se contempla como continuado cuando no se puede parar de jugar; episódico, cuando sucede de tarde en tarde; y recurrente, cuando se vuelve al juego desesperadamente. Si este modelo se prolonga durante más de un año, y el comportamiento del individuo cambia a lo largo de este tiempo, se puede considerar adicto y, necesariamente, debe pedir ayuda.
Este desorden mental afecta tanto a hombre como a mujeres, y alcanza su pico más alto entre los adolescentes de 12 a 25 años. Existen casos aislados de sujetos que por la edad ya madura se evaden de sus problemas cotidianos con los videojuegos, pero son el número menos significativo.
La obsesión por los videojuegos como una patrón de comportamiento persistente o recurrente nos lleva a valorar si el joven es adicto o no al mismo, y si ha cambiado su modo de relacionarse con los demás desde que presenta síntomas adictivos.
El trastorno adictivo por los videojuegos figura como un mecanismo para hacer frente a los demás problemas, y es sintomático de otros problemas de salud mental que puede padecer y que no confiesa. Si ve que sus hijos tienen un comportamiento adictivo, haga algo al respecto.