“En España es otoño. Hoy es viernes: aquí y en España”
Jacinto en La estrategia del caracol
Ileana Ruiz
Hoy, en Venezuela y en España, la vida es negada, luchada y celebrada.
¡Ah rigor, la vida! Negada en la traición trapera de seres indecisos, que temen comprometerse y prefieren seguir de largo sin sostener a quien tiembla, sin socorrer a quien padece, sin inmutarse siquiera ante el dolor que desconocen como propio. Vida abortada en la virulencia del ataque soez, sin argumento y a toda mecha; en la celeridad del paso irreflexivo, en quien siempre va de prisa y atropella a quien está a su lado. Vida amortajada en la cantidad de víctimas de la delincuencia, uniformada o no y ante un sistema que desconcierta y aturde, plagado de vicios y procedimientos defectuosos, que demora la justicia y esconde, entre miles de expedientes no resueltos, el camino a la serenidad.
¡Ah rigor, la vida! Luchada en grito incontenible, que no se rinde y teje una gran red de brazos solidarios. Vida que palpita a todo esfuerzo en la cercanía más cálida, en la denuncia certera, en la organización comunal. Vida reconstruida en cientos de cartas públicas de amor, en el agüita fresca que mitiga la sed, que lava el llanto, que enternece la lucha; que le arrebata el itinerario a la falsedad y muestra que el camino no es en solitario y conjuga el verbo participar siempre en plural. Vida anhelante de todas las conciencias, que pone a valer las intenciones; partera enamorada que con voz de pueblo entona el himno colectivo de las buenas causas. Que tiende puentes y perdona, pero permanece alerta para que el mal nunca más se le cuele.
¡Ah rigor, la vida! Celebrada en la sonrisa de esta tierra fecunda en frutos pero sobre todo en gente. Vida hermanada en ritmos y quehaceres diversos. Vida comprometida que no pierde tiempo, sino que lo dedica al encuentro sin sectarismos, a la cooperación y la construcción del milagro cotidiano de la bondad. Vida empecinada en el poder popular que subvierte el orden y la ignominia; que asegura el sueño que no nos quitará nunca más nadie, el futuro que no será asesinado. Vida amotinada y nunca sometida que es un pueblo que se alza en pie de esperanza, que no se amilana ante la adversidad, que lucha día tras día con empeño y hace de su existencia una duradera celebración y se encuentra y se engalana y brinda y clama ¡Que haya vida en abundancia para todos y todas!