Alirio Palacios: mitos del Orinoco

“Yo vivo en el Orinoco, en sus aguas y sus lunas, en su gente y sus mitos, ese mundo de mi infancia y juventud nunca se ha ido de mi”. 

Me decía Alirio Palacios cuando iba a visitarlo a su despacho de agregado cultural, en el Consulado de Venezuela en Nueva York. Era maravilloso platicar con él, era poético en su expresión y lleno de anécdotas y viajes.

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Alirio Palacios: catálogos y fotos

Quedábamos en encontrarnos en su estudio para mostrame sus obras, pero siempre nuestros encuentros eran imprevistos, en la vorágine de Nueva York. Entre café, arte y recuerdos, se hilvanaban nuestras conversaciones que un día grabé sin saber que nos encontraríamos, por última vez, en la feria de Art Miami, años antes de su muerte, acaecida el 11 de septiembre de 2015.

Alirio tenía una personalidad apasionante, no se cansaba de aprender, fue grabador, dibujante, pintor, escultor. Era un creador que no se enrolaba en ninguna moda o escuela, aunque no dejo de ser figurativo, navegó en el paisaje casi abstracto; pero él solo seguía la fuerza de su creación.

Recibió muchos premios a través de su carrera, tal vez su mayor premio fue la beca del gobierno para estudiar arte en China. Ni bien llega a Pekin, se inscribe en la Universidad de Bellas Artes, estudia xilografía, tinta, y trazo caligráfico que marca su estilo.

Al regresar a Venezuela trabaja en el taller de Alejandro Otero, expone en varios salones y a finales de 1968 inicia sus estudios en la Universidad de Varsovia en técnicas gráficas y diseño. Luego, va a Berlin, donde continua sus trabajos en grabado. Regresa en los 70 a Caracas pero en 1973 se traslada a Ginebra (Suiza) para completar estudios en el Centro de Grabado Contemporáneo. En Polonia se especializa en aguafuerte.

Regresa a Caracas iniciando un periodo de gran actividad (1975-1984), enseña arte y comienza la serie Memorias del latifundio. Funda el TAGA con otros artistas y recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas. En 1981, gana un premio en la Primera Bienal Nacional de Artes Visuales. La Galeria Ascaso presenta una gran muestra individual y atesora gran parte de su obra.

Su técnica se había enriquecido, sus criaturas de de la memoria y sus paisajes soñados de Venezuela configuran su mundo estético. Se instala en New York en 1985 y tiene su taller en el Soho. Reconoce que los 90 fue una etapa de febril trabajo exponiendo en diversos museos y galerias de Estados Unidos y Venezuela. Es allí donde lo conozco, siempre regalándome catálogos, fotos, pláticas. Le grabo estos pensamientos en uno de nuestros mágicos encuentros.

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Alirio Palacios: caballo en técnica mixta

Alirio Palacios: Yo nací en el Orinoco, mi vocación surge temprano, tengo familiares artistas, un escultor del siglo pasado, bastante importante. Vengo del delta del Orinoco, una región mítica, llena de energía, la selva y el rio, el diamante, el hierro y el sol. Mi tía era maestra de escuela y me alentaba a dibujar. De niño jugaba en las aguas del Orinoco, escuché cuentos de fantasmas y desaparecidos, de seres perdidos en el río, en la selva, en la noche. Un niñito desapareció en el rio y encuentran su anillito en la barriga del caiman….Esas historias son la base de mi pintura, Adri, nunca me fui del Orinoco, de mi Venezuela natal aunque haya recorrido el mundo.

Adriana Bianco: Y claro que lo recorriste! Cuéntame tu experiencia en China, selló tu vida y tu estética.

AP: Me voy a China a estudiar: grabado, caligrafía, tintas. Me voy a China por el papel y el agua. El agua es un elemento importante en mi obra, el agua controla la tinta, el soporte, la línea. El agua juega y domina. Me interesan las tintas, todos esos pigmentos se impregnan en mis telas, en mis papeles y maderas. Yo uso pigmentos naturales, Yo soy del agua, del río, soy un hombre paisaje, del fluir del río. En China estudio mandarín grabado y vivo casi cuatro años aprendiendo la combinación de las tintas, los secretos del agua y el papel. Y hago manchas pensando en la figura…

AB: Nunca te apartas de la figuración, incluso en tus paisajes más abstractos. Vuelves a Caracas y te vuelves a ir. ¿Por qué?

AP: Me voy a Varsovia nuevamente a aprender, viví con cineastas en la Universidad, con Polanski, había un movimiento importante en teatro, cine, en la música con Penderecki.
Regreso a Venezuela pero me vuelvo a ir, a Suiza. Mi educación artística no se acaba, es tan revuelta como el río, el delta, con vampiros, corrientes, selva, lluvia, sol; el vaho de la humedad es el unificador de estas experiencias.

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Alirio Palacios: cartel de exposición

El arte es un proceso lento, muy lento

Yo trabajo gran tamaño, me gusta, mezclo técnicas. El grabado en Alemania tiene gran prestigio, hubo grandes grabadores, en el grabado te sientes más libre y es una lucha permanente con el material. Uso oro y plata, ultimamente he encontrado la madera, el grabado en madera ha estado relegado, vamos a hacer un libro sobre la recuperación de la madera.

AB: Como Gauguin que lo usaba de soporte. Te escucho y me parece verte mezclar materiales, colores, líneas…

AP: Si, vivo en esas búsquedas y contradicciones: la línea… el color. En China, en la educación artística predomina la línea, pero luego el color te envuelve, el volúmen te empuja linealmente. Yo gozo con la línea, con los buenos pinceles para la tinta china pero hay otras combinanciones excitantes

AB: Tus cuadros crean mundos de misterio, ensoñación, seres oníricos…tus caballos dinásticos..

AP: Los rostros que aparecen y desaparecen son los mitos de mi Orinoco, la gente que se perdía. Los caballos criollos se funden con los caballos de dinastías chinas, se quiebran las fronteras de Oriente-Occidente, Adriana, el arte lo puede todo.

AB: Y tu fuerza creativa… Unir Oriente y Occidente en el símbolo del caballo…

AP: Esos rostros que pinto son desaparecidos, el río turbulento se los tragaba. Se encontraba el pañuelo de un compadre, la blusa de una mujer… Mis retratos son esos recuerdos, reminiscencia de seres olvidados, la memoria de una historia mágica de Latinoamérica, Pedro Páramo, García Márquez, ese delta incommensurable….

Ahora en Nueva York, surgen del fondo esas vivencias. En Chinatown encontré los materiales y pinté paisajes de playas, paisajes de viento, arena y agua. Es diferente a lo concebido por Reverón, yo no uso el blanco sino como veladura.

El arte es una cadena de influencias. Lo que realmente aporta el artista es su mundo espiritual, la esencia y como expresarla. La cuestión es encontrar un lenguaje que exprese ese mundo interior. En China, seguí unas clases sobre arte espiritual. Los artistas chinos tratan de liberar el espíritu de los objetos y el paisaje, pintan el recuerdo de la imágen, de la atmósfera. Es una actitud que yo he revivido cuando viajo en avión, cuando estoy solo frente a una forma, trato de captar esa esencia… yo pinto un paisaje espiritual, seres que vagan en mi memoria, un caballo que son todos los caballos.

La función del pintor es integrar la belleza espiritual, unir sus raíces, vincular mundos, los artistas debemos expresar esa unión de la raíz y lo universal. ¿No te parece?

Todo depende de un centro, pueden haber muchas influencias, curadores, modas, museos, tendencias pero el artista es el centro y busca el centro, la esencia, y lo expresa. Todo tiene una unidad y el artista, a veces puede verla y captarla. La pintura es como una danza de liberación..una selva de misterios.. un río de vida

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