Amenaza nuclear sigue a 70 años de Hiroshima

Greenpeace señala este 6 de agosto de 2015, setenta años después de la primera detonación nuclear sobre población civil, ocurrida en 1945 en la ciudad japonesa de Hiroshima, que la proliferación de armas nucleares sigue amenazando la paz y la estabilidad mundial, ya que nueve países: China, Corea del Norte, Estados Unidos, Francia, India, Irán, Pakistán, Reino Unido y Rusia, poseen más de 15.000 ojivas nucleares.

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Hiroshima: efectos del arma nuclear

Greenpeace recuerda que, apenas diez días antes de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, se había firmado la Carta de las Naciones Unidas cuyos objetivos eran la salvaguarda de la paz mundial y la defensa de los derechos humanos, entre otros, pero los Gobiernos fueron incapaces de salvaguardar la paz entonces, y 70 años después siguen sin lograrlo.

En ese sentido, el pasado mes de julio, en Viena, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) firmó con Irán un acuerdo para controlar su programa nuclear, y que éste tenga un carácter exclusivamente pacífico. Es el resultado de 20 meses de negociaciones, y un logro de la cooperación internacional de cara al desarme y el fin de las armas nucleares. Pero aunque la diplomacia le ha ganado la batalla al uso de la fuerza, Greenpeace recuerda que cinco de los seis países que han negociado con Irán son culpables de mantener y desarrollar arsenales nucleares.

La explotación del Ártico

Greenpeace considera también especialmente preocupante la creciente militarización de los países lindantes con el Ártico de cara al control y explotación de sus recursos naturales, en especial petróleo, gas y pesca. Es particularmente alarmante la militarización de Rusia, que está haciendo un especial esfuerzo para reclamar el Ártico tanto por sus recursos naturales como por ser un lugar estratégico desde donde lanzar armas nucleares, por ser la ruta balística más corta para alcanzar cualquier punto del hemisferio norte.

Además del uso militar de la energía nuclear, Greenpeace también recuerda la peligrosidad de su uso civil, que ha arrojado dos accidentes muy graves en menos de 70 años, además de muchos otros de menor escala pero también preocupantes. Las consecuencias de los accidentes de Chernóbil y Fukushima están lejos de tener solución, y han resultado en decenas de muertes y varios cientos de miles de personas evacuadas en cada caso.

“A pesar de los horrores de Hiroshima y Nagasaki, la industria y los gobiernos han sido incapaces de frenar la carrera nuclear,” ha declarado María José Caballero, portavoz de Greenpeace: “Por la memoria de las víctimas pasadas, presentes y futuras de Hiroshima y Nagasaki, pero también de Chernóbil y Fukushima, el Reino Unido, Estados Unidos, Francia, China y Rusia deben hacer lo que predican y comprometerse a un desarme total. Solo así se dará un paso real para conseguir que la Carta de Naciones Unidas firmada hace 70 años esté un poco más cerca de cumplirse”, sostiene Caballero.

1 COMENTARIO

  1. En temas un tanto «paranoide-armamentísticos», a veces la lógica no es la lógica. Nagasaki e Hiroshima fueron en realidad pruebas nucleares y debut del nuevo e impactante invento, cuando el pueblo japonés estaba ya «demonizado» por el Occidente y podía ser «políticamente» aceptable tal acto de mortandad colectiva y radiación fatal; de paso una advertencia de EE.UU. y sus aliados al poder soviético en la ya inminente Europa Oriental y guerra fría.
    Pronto los soviéticos tuvieron el mismo invento, luego la Bomba H (se adelantaron a los EE.UU.), pero aunque la creencia era que vendría una tercera guerra mundial, atómica en tal caso, ocurrió lo contrario. La capacidad de EE.UU. y la OTAN y la URSS y el Pacto de Varsovia de destruirse mutuamente y con ellos a muchos más, por efecto del armamentismo atómico, frenó el uso real de tal tecnología y pasó a ser una especie de poder con efecto negociador disuasivo (por existir solamente y en cantidad respetable), y en cambio las cosas se «calentaron» bastante en diversas guerras convencionales. Esta paradoja no es mía, recuerdo haberla leído esbozada en el libro «El hombre unidimensional» de Marcuse.
    Creo que la cifra de 15.000 ojivas nucleares es muy general, no dimensiona la situación verdadera. Solo en cantidad -sin incluir el factor, mayor tecnología- EE.UU. debe poseer varias veces el total de la segunda potencia nuclear, la que sigue, que tiene que ser hoy Rusia. El Tío Sam es -apostaría- de lejos el país que más blancos tiene apuntados en el globo con sus ovijas nucleares, en diversas instalaciones, y el que más resiste el ingreso de otros miembros al «Club», erigido en gendarme del mundo. En la relación creo que falta Israel, estado que posee tecnología nuclear bélica desde los años ’70 del siglo pasado, aliado de los EE.UU., y cuya situación en estas materias se sabe que existe, pero no se conoce; y nunca la ha utilizado porque se las arregla bien con sus enemigos en guerras convencionales, con apoyo de su protector norteamericano.
    Entonces, es «la amenaza» la que sustenta la paz o desahoga los conflictos en guerras convencionales de los estados, porque todos lo piensan muchas veces y utilizan sus arsenales como «moneda de cambio» negociadora y no en el uso concreto. Otra cosa, sería, si llegáramos a lo que podría ser: la tecnología nuclear en manos terroristas o extra estados.

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