“Nunca sabes quién entra por tu chimenea”… Esta frase, que pareciera provenir de cualquier empresa de seguridad que intenta venderte las bondades de su trabajo, tiene su origen sin embargo en una campaña navideña de publicidad de una firma estadounidense que no se dedica al romántico y navideño ambiente de estas fechas, sino al lucrativo negocio de las armas, unos aparatos que entre otras cosas unos opinan que sirven para defenderse, pero que a la postre sirven para matarse unos a otros.
Protestas contra el comercio de armas en EEUU
El anuncio de marras ha levantado una gran polvareda en los Estados Unidos, sobre todo porque iba acompañado de imágenes de Santa Claus, un personaje que allí significa tanto como nuestro Papá Noel o los tres Reyes Magos. ¿Cómo es posible tal grado de monstruosidad?, se preguntarán algunos. ¿Cómo es posible que en unas fechas tan señaladas unos vendedores de armamento te inviten a armarte hasta los dientes por si por tu chimenea no viene el Santa Claus de turno, sino un ladrón al que tú, bien armado, debes pegarle cuatro tiros y dejarlo tieso, aunque sea al lado del árbol con las luces encendidas? Para ir ambientando la cosa, una pancarta en grande del simpático personaje navideño decía en un camión de los propagandistas: I´m back (es decir, “estoy de vuelta”). No hay tiempo que perder, y a armarnos pues.
Todo ello es posible porque en aquel inmenso país la posesión de armas no solamente está permitido, sino protegido por su Constitución. A ello se une el hecho de que los fabricantes de armas son un lobby tan poderoso, regentan un negocio tan suculento, que no hay forma de pararlo; el presidente Barack Obama ha intentado hacer algo para arreglar aquella situación en varias ocasiones, pero ha fracasado una y otra vez, y seguirá fracasando. Hay que tener en cuenta que solamente del llamado Club de los Amigos del Rifle cuenta con tres millones de adeptos, feligreses amigos de pistolas, ametralladoras, fusiles y otros artilugios por el estilo de matar que los hace felices.
Por eso pienso que los Estados Unidos de América del Norte es un país situado a medio camino entre Sillicon Valey y el salvaje Oeste. Es cierto que tienen los mayores adelantos del mundo, junto a creadores como Bill Gates o Mark Zuckerberg, premios nobel como Jane Adams, William Faulkner o Sinclair Lewis, universidades punteras a nivel mundial, que es la parte bonita, la del colorín en papel couché, pero junto a todo esto, la realidad del día a día arroja otros datos que son también parte del retrato, la foto en blanco y negro, de un país que se desangra por el amor a las armas o la necesidad de poseerlas para seguir viviendo.
Tras la última matanza de San Bernardino hemos conocido unos datos de la realidad del día a día en aquel país que para cualquier europeo resultarían escalofriantes. Sabemos por ellos que siendo los EEUU un país que apenas representa el 4,4 % de la población mundial, sus 321 millones de habitantes poseen el 42 % de todas las armas en manos de civiles del todo el mundo; las autoridades calculan que hay unos 270 millones de armas de uso privado entre los ciudadanos. Y lógicamente, a más armas, más muertes, según ha demostrado un estudio de la revista Mother Jones.
Otro dato escalofriante desde un punto de vista europeo es que mueren más niños que policías debido a las armas de fuego, si nos atenemos a los datos aportados por el Centro de Control de Enfermedades estadounidenses, el cual dice que solamente en el año 2013 murieron 82 niños debido a los disparos, frente a los 27 de agentes. Todos hemos visto cómo con la mayor naturalidad los padres llevan a sus hijos a las ferias de armas para enseñarles las últimas novedades o las ofertas, al igual que por estos pagos otros hacemos con las ferias de libros. De esta manera los pequeños se van familiarizando, y en cuanto llegan a mayores el hecho de poseer armas lo encuentran de lo más normal. Para defenderse, claro.
Abundando en el tema, digamos que 92 personas mueren al día en aquel inmenso país por armas de fuego teniendo en cuenta los casos de suicidios, accidentes o asesinatos, con un resultado de cerca de millón y medio de muertos contados desde el año 1970. Un periódico con la influencia de The New York Times ha llamado la atención diciendo que este cerca de millón y medio de muertos son más fallecidos que todos los habidos en todas las guerras en las que ha participado Estados Unidos. Y lo triste es que se matan en su propio país, entre ellos mismos.