Cuando acudían a su trabajo por la mañana, el miércoles 2 de noviembre de 2016, los empleados de la oficina de Amnistía Internacional (AI) en Moscú encontraron sellada la puerta.
Sergei Nikitin presenta el informe de AI 2015 en Moscú. Foto de archivo AI/AP Ivan SekretarevEl sello lleva un timbre de la ciudad de Moscú y prohíbe la entrada en el local sin “la presencia de un responsable municipal”. Junto al sello hay un número de teléfono, en el que no responde nadie, ha dicho Serguei Nikitine, director de Amnistía Rusia.
De momento la ONG no ha recibido ninguna explicación de las autoridades: “Nadie nos ha explicado nada. Siempre hemos pagado el alquiler puntualmente”, pero “dado el clima actual de la sociedad civil en Rusia, existen varias explicaciones plausibles”.
Para Dominique Curis, de Amnistía Francia, «nuestros compañeros encontraron signos de que la puerta había sido forzada. Habían cambiado los cerrojos, las cerraduras estaban forzadas… No encontramos ningún motivo legítimo para el cierre de la oficina. Dentro están todos los materiales de trabajo y las instalaciones informáticas. Nos guardamos mucho de hacer una interpretación precipitada de lo ocurrido pero sabemos que el contexto ruso no es en absoluto favorable a las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Así que tenemos motivos para estar preocupados».